Evangelio según San Juan 12, 44-50

lunes, 18 de abril de
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Jesús exclamó: “El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió. Y el que me ve, ve al que me envió. Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.

 

Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.

 

Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar; y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó”.

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 


Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno

 

 

Estamos en la semana del Buen Pastor, el Domingo pasado fue el Domingo de la oración (Jornada Mundial por las Vocaciones.) El Papa Francisco nos ha insistido que recemos para que no falten obreros para la cosecha, y les ha pedido a los sacerdotes que, su misma vida sea una propaganda vocacional.

 

Hoy leemos, en el evangelio según San Juan, capitulo 12 versiculos 44 al 50 y allí Jesús precisamente nos vuelve a decir, el que cree en mi, en realidad no cree en mi sino en Aquel que me envió. El que me ve, ve al que me envió.

 

Yo soy la luz y he venido al mundo para que todo el que crea en mi no permanezca en tinieblas.

 

Que en esta semana del Buen Pastor, pidamos por los sacerdotes, prestando atención a lo que Jesús nos exhorta en este discurso como dijimos del capitulo 12 de San Juan, creer, ver, oir y recibir todo nuestro ser en especial el de los sacerdotes y consagrados tiene que estar en apertura y en disponibilidad para percibir la obra de Dios que toca la vida de cada uno, nuestra identidad y la vida de los demás, nuestra misión.

 

Escuchando y teniendo discerniento sobre los signos de los tiempos y acontecimientos de la historia, el sacerdote, el consagrado, personas, varones y mujeres creyentes que creen con fe sólida, transmiten esas cualidades fundamentales del Buen Pastor:

 

Una es conocimiento: el Buen Pastor debe conocer a todas y cada una de sus ovejas, a la vez debe conseguir que las ovejas le conozcan a Él. Esto no es posible si no hay, de parte del ministro, acercamiento y trato frecuente. El sacerdote o religioso/a tiene que dedicar mucho tiempo, mucho tiempo para ver lo que cada oveja necesitada quiere, lo que cada oveja vale y puede y el Buen Pastor ama a todas y cada una de sus ovejas.

 

Con amor de amistad y servicio, con amor de entrega. Que bueno que los pastores nos encariñemos con las ovejas como el hombre de la parábola de Natan que trataba a su corderita igual que a una hija en 2 Samuel 12-3.

 

El Buen Pastor por sus ovejas vive y se desvive, se cansa y se gasta. Por sus ovejas arriesga su vida y da su vida, incluso se convierte para ellas en pasto y medicina.

 

Por eso veamos a Jesús, a Cristo Buen Pastor como sale en busca de los pecadores y excluídos, como va de una aldea a la otra a anunciar la buena noticia. Como cura enfermos y expulsa demonios. Como bendice preferentemente a los mas pequeños y dolientes. Como se enfrenta a los mercenarios, políticos y religiosos, lo que lo va a llevar al final a la muerte.

 

Veamos Cristo Buen Pastor y por eso nos convertiremos también como Jesús en alimento de vida eterna y en fuente de gracia.

 

Que esta reflexión sea un homenaje, en esta semana, del Domingo del Buen Pastor, el Domingo pasado a todos los sacerdotes, a todos consagrados y consagradas que dan su vida desde el lugar donde estan y que se juegan para contagiar con la alegria de la fe y radiar la esperanza de la vida eterna y comunicar la serenidad del evangelio.

 

Que Dios los bendiga, que este siempre con ustedes.

 

 

Fuente: RadioMaria Argentina

 

 

 

Radio Maria Argentina