Evangelio según San Lucas 24,46-53

viernes, 6 de mayo de
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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.” Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
 
 
 
Palabra de Dios.
 
 
 
 

 
Reflexión: Monseñor Damián Bitar | Obispo  de la Diócesis de Oberá
 
 
 
En esta narración de la asención del Señor, llama la atención que cuando Jesús se va, los apóstoles vuelven con un gran gozo. Como consecuencia iban  permanentemente al templo a alabar a Dios, ¿Cómo puede ser que la Partida de Jesús sea causa de tanto gozo y alabanza? ¿Cómo puede evocar tanta felicidad su partida, si los apóstoles realmente lo amaban?
 
Esta claro que la asención, esta magnifica fiesta que celebramos, es en realidad no una partida sino el comienzo de una nueva forma de presencia. Jesús deja de estar presente de un modo visible para hacerse presente en un modo espiritual, en lo íntimo de los corazones de sus discípulos y de nuestros corazones. Por eso el evangelio dice “subía al cielo y los bendecía”. Su partida es una verdadera bendición, por que permite un encuentro mucho mas  hondo, mucho mas intimo con Él. 
 
Pero sin embargo falta algo, falta que ese encuentro se convierta en fuente de vida para el mundo, faltan que los apóstoles salgan del encierro y puedan contarles a los demás y comuniquen al mundo el gozo de ese fantástico encuentro. Por eso Jesús les dice “aguarden la promesa del Padre”. Y en el libro de los Hechos, que continua el evangelio de Lucas, nos relata el cumplimiento de esa promesa cuando el Espíritu se derramo sobre los apóstoles que  fueron revestidos del poder de lo alto que los lanzo al mundo, a la evangelización. 
 
Entonces el encuentro con Jesús se hizo pleno, por que solo cuando nos decidimos llevar a Jesús a los demás terminamos de entrar en la amistad con Él pero para dar ese paso necesitamos el impulso del Espíritu  tenemos que invocarlo, tenemos que rogarle al Señor. Y de un modo particular, nosotros los jóvenes, los centinelas de la mañana como decía Juan Pablo II. Que nos despierte el gozo de llevar a Jesús a los demás. 
 
 
Una Breve oración: 
 
“Querido Señor necesito de tu Espíritu, toda la Iglesia lo necesita mas, necesita de tu impulso, del entusiasmo que solo el Espíritu Santo puede provocar, entra en nuestra vida llénanos con tus dones  y haz que podamos llevar el gozo del evangelio a los demás jóvenes.
 
 

 

Radio Maria Argentina