Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Palabra de Dios
Monseñor Fernando Maletti Obispo de la Diócesis de Merlo – Moreno
Jesús habla de la limosna, dice que la limosna hay que darla en secreto. Nos pide que nuestra mano izquierda no sepa lo que hace nuestra mano derecha, es decir que tengamos una actitud, no solo de humildad sino también de sobriedad en nuestras ayudas a los demás.
Evidentemente toda la Sagrada escritura presenta la limosna como un acto muy grato al Señor, que nunca queda sin recompensa. Muchas veces es el mismo Dios el que preceptúa la limosna, nunca dejara de haber pobres en la tierra. Dice el libro de Deuteronomio capítulo 15 versículos 11, “Por eso te doy este mandamiento, abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre de la tierra.”
El Señor nos invita frecuentemente a ser generoso con los más necesitados y esto también lo predicaron los apóstoles. La Iglesia no cesa de predicarlo y de llamarnos a que lo practiquemos y ella también, institucionalmente lo practica.
Los primeros cristianos vivieron con gran generosidad esta muestra de amor de modo especial cuando los cristianos de Jerusalén se encontraban en grave necesidad como nos habla el libro de los Hechos y también la carta a los Romanos. Que importante que nosotros tengamos presente que esta palabra “limosna” no solo no debe pasar de moda, sino que es una palabra muy actual.
La palabra limosna no es algo humillante, la palabra limosna parece que, suponemos un modelo social en el que reina la injusticia o la desigual distribución de los bienes, un sistema que debería ser cambiado por reformas adecuadas como nos pide hoy el Papa Francisco, pero también la limosna habla de la gratuidad y de la entrega sin límites, no solo de cosas o de recursos, sino de nosotros mismos.
Que importante que nosotros siempre tengamos presente que hay alguien más necesitado que nosotros y que hagamos realmente de esta palabra una palabra viva, real, concreta.
Y que importante también que lo hagamos como un hecho de justicia cuando nos damos cuenta que no cambia la realidad con la limosna que podamos dar a unos o a otros, pero si cambia nuestro corazón y el del que lo recibe; cuando esto lo hacemos con amor, con sinceridad y en un marco de trabajar denodadamente para que nadie se quede sin pan en la mesa, sin trabajo en sus manos, sin paz en su corazón, sin justicia en sus estructuras.
Que el Señor los bendiga y los acompañe y les de la Gracia que más necesiten.
Fuente: Radio María Argentina