La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. “¿Qué quieres?”, le preguntó Jesús. Ella le dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.
“No saben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?”. “Podemos”, le respondieron. “Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre”.
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
Palabra de Dios
P. Javier Verdenelli Sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba
Jesús y los discípulos están en camino hacia Jerusalén (Mt 20,17). Jesús sabe que van a matarlo (Mt 20,8). Jesús ya había dicho que el discípulo tiene que seguir al maestro y cargar su cruz detrás de él (Mt 16,21.24), pero los discípulos no entendieron bien qué estaba ocurriendo (Mt 16,22-23; 17,23). El sufrimiento y la cruz no se combinaban con la idea que ellos tenían del Mesías y seguían con sus ambiciones personales. Por eso la madre de Santiago y Juan, llega cerca de Jesús para pedirle un favor: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino». Ellos no habían entendido la propuesta de Jesús y se descubre que estaban preocupados sólo con sus propios intereses.
Jesús reacciona con firmeza y responde a los hijos y no a la madre: «No saben lo que piden». «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?» Se trata del cáliz del sufrimiento. Jesús quiere saber si ellos, en vez del lugar de honor, aceptan entregar su vida hasta la muerte. Los dos responden: “¡Podemos!” Era una respuesta sincera pero al mismo tiempo, parece una respuesta precipitada, ya que pocos días después, abandonaron a Jesús y lo dejaron solo en la hora del sufrimiento (Mt 26,51).
“Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos”. La demanda que la madre hace en nombre de los dos produce enfrentamiento y discusión en el grupo, pero no sólo por su atrevimiento sino como nos gusta decir, les ganaron de mano y parece que los doce estaban interesados en esos lugares por eso Jesús los llama y les habla sobre el ejercicio del poder. Invierte el sistema e insiste en la actitud de servicio como remedio contra la ambición personal. La comunidad tiene que preparar una alternativa, de la gratuidad, del don recibido y entregado. Para la reflexión personal
• Santiago y Juan piden favores, Jesús promete sufrimiento. Yo, ¿qué busco en mi relación con Dios y qué pido en la oración? ¿Cómo acojo el sufrimiento que se da en la vida y que es contrario a aquello que pido en la oración?
• Nuestra manera de vivir en la comunidad y en la iglesia ¿está de acuerdo con este consejo de Jesús?