En aquel tiempo: Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”.
Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”. Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’.
Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’.Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’.Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”.
Palabra de Dios
P. Raúl Gómez sacerdote de la Diócesis de Mendoza
Nuevamente nos encontramos este domingo de la semana XVIII del tiempo ordinario,del tiempo común, y la liturgia nos presenta el Evangelio de San Lucas, que relata claramente esta Palabra que para nosotros debe ser un motivo de luz, de guía; esta Palabra que nos tiene que llevar a descubrir el verdadero sentido y esencia de nuestra misión de creyentes, de cristianos.
Jesús comienza hablando porque se le acerca un hombre de entre la multitud y le dice: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia.” Jesús le responde: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”. Y Jesús comienza diciendo: “Cuídense de la avaricia, cuídense, porque aún en medio de la abundancia la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”. ¿Qué significa esto? Muchas veces tenemos que estar atentos y tenemos que preguntarnos, ¿dónde está nuestra mirada? Si hemos puesto la mirada en acumular riquezas, bienes, hemos perdido de vista contemplar al Maestro, al Señor de la vida, al Señor de la historia. ¡Qué lindo sería para nosotros en este día poder descubrir no sólo donde está nuestra mirada sino donde está nuestro corazón, ya que nuestra misión tiene que ser ante todo y sobre todo buscar agradar a Dios.
San Pablo va a decir: que nuestra gloria sea el Señor, “El que se gloríe que se gloríe en el Señor”. Y Jesús va a poner el ejemplo de este hombre que se dedicó a acumular riquezas, le fue muy bien en la cosecha y amplió los graneros, sin embargo acumuló muchas riquezas y se dijo “Qué voy a hacer? Voy a descansar, voy a darle respiro a mi alma, total ya tengo todo asegurado”. Y el Señor le dijo: “¡Insensato! ¿Para quién va a ser todo esto? Hoy vas a morir”. “Y esto sucede -termina diciendo Jesús- a aquel que acumula riquezas para sí y no es rico a los ojos de Dios”.
Deberíamos nosotros buscar cuál es nuestra riqueza, cuál es nuestro tesoro. Bien sabemos y claramente, como creyentes,como cristianos, que nuestra mayor riqueza, nuestro mayor tesoro es el Señor. Somos peregrinos en la tierra con la mirada puesta en el cielo y esa es nuestra meta. Ese es nuestro gran tesoro. Pidamos al Señor en este día que nos de la Sabiduría de poner la mirada, poner el corazón en Él, en su Luz, en su guía. Y sobre todo que nuestra mayor riqueza sea el Señor. Que tengas una linda semana, que el Señor te guíe en este camino, y sobre todo, que busquemos en todo al Señor que es la riqueza para nuestra vida y para nuestra historia.