Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera.
Jesús, al verla, la llamó y le dijo: “Mujer, estás curada de tu enfermedad”, y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: “Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado”.
El Señor le respondió: “¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?”.Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.
Palabra de Dios
Reflexión
El evangelio de hoy describe la curación de la mejor encorvada que Lucas nos narra al describir el largo camino recorrido por Jesús hacia Jerusalén.
La mujer llevaba dieciocho años en esta situación. No habla, no tiene nombre, no pide la curación, no toma ninguna iniciativa. Su pasividad llama la atención.
Viendo a la mujer, Jesús la llama e le dice: “¡Mujer, queda libre de tu enfermedad!”. La acción de liberar se realiza por medio de la palabra, dirigida directamente a la mujer, y por el toque de la imposición de las manos. Jesús hace que la mujer se ponga de pie para que pueda alabar a Dios en medio del pueblo reunido en asamblea.
El jefe de la sinagoga se volvió furioso viendo la acción de Jesús, porque había curado a la mujer un día de sábado. En esta reacción autoritaria del jefe tenemos una llave para entender por qué motivo la gente estaba tan oprimida y por qué la mujer no podía participar en aquel tiempo.
El jefe condenó a las personas porque quería que observasen la Ley de Dios. El verdadero sentido de la observancia de la Ley que agrada a Dios es éste: liberar a las personas del poder del mal y ponerlas de pie, para que puedan glorificar a Dios y rendirle homenaje. Jesús imita a Dios que endereza a los encorvados.
La enseñanza de Jesús deja confusos a sus adversarios, pero la multitud se llena de alegría por las maravillas que Jesús está realizando: “toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía”. En la Palestina del tiempo de Jesús, la mujer vivía encorvada, sometida al marido, a los padres y a los jefes religiosos de su pueblo. Esta situación de sumisión estaba justificada por la religión. Pero Jesús no quiere que ella siga encorvada. Desatar y liberar a las personas no tiene un día marcado. Es todos los días, ¡y hasta el día de sábado!
Para la reflexión personal
• La situación de la mujer ¿ha cambiado mucho o es la misma que en el tiempo de Jesús? ¿Cuál es la situación de la mujer hoy en la sociedad y en la Iglesia? ¿Hay alguna relación entre religión y opresión de la mujer?
• La multitud se alegra con la acción de Jesús. ¿Cuál es la liberación que está aconteciendo hoy y que está llevando a la multitud a alegrarse y a dar gracias a Dios?