Evangelio según San Lucas 5, 17-26

miércoles, 30 de noviembre de
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Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar. Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús.

 

Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús. Al ver su fe, Jesús le dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados”.

 

Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: “¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?”. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: “¿Qué es lo que están pensando? ¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados están perdonados’, o ‘Levántate y camina’?.

 

Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa”. Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios. Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: “Hoy hemos visto cosas maravillosas”.

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


 

P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

 

Jesús representa a Dios como la gran Buena Noticia para la vida humana; a un Dios Padre/Madre que ama y acoge a las personas, y a un Dios que no amenaza, ni condena. Los paralíticos y muchos otros discapacitados físicos se sentían rechazados y excluidos por Dios pero Jesús enseñaba lo contrario: ¡Tus pecados te son perdonados! Es decir: “Dios no te rechaza”. 


Es lo que se revela en modo particular en la curación del paralítico de Cafarnaúm (cf. Mc 2, 1-12).


Aunque las palabras de Jesús podían entenderse como la declaración de que Dios mismo perdona los pecados, los escribas, que no pierden palabra ni detalle, entienden que Jesús se arroga una competencia que, según las Escrituras, pertenece exclusivamente a Dios.


Ahora bien, el perdón de los pecados no es un hecho constatable por la experiencia objetiva, y así es más fácil decir “tus pecados te son perdonados”, que no se puede comprobar, que decir “levántate y anda”.


Jesús no se contenta con perdonar los pecados, sino que, para que veamos que el perdón es real, cura también las enfermedades del cuerpo. Por otra parte, Jesús muestra que ha venido a salvar integralmente al hombre, en alma y cuerpo.

 

Para la reflexión personal

• Si me pongo en el lugar de los que ayudan al paralítico: ¿sería capaz de ayudar a un enfermo, subirlo al techo, y hacer lo que hicieron los cuatro hombres? ¿Tengo tanta fe? 

• ¿Cuál es la imagen de Dios que llevo dentro y que se irradia hacia los demás? ¿La de los doctores o la de Jesús? ¿Dios de compasión o de amenaza?

 

 

Radio Maria Argentina