Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.Al principio estaba junto a Dios.Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.El no era la luz, sino el testigo de la luz.La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.Juan da testimonio de él, al declarar: “Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo”.
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
Palabra de Dios
P. Raúl Gomez
Nos encontramos celebrando en este domingo la Navidad del Señor, el nacimiento del Señor, del Mesías, del Salvador. Y este Evangelio nos relata claramente como el Señor comenzó a crear desde el principio a través de la Palabra.
Y comienza Juan diciendo: “Al Principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra, y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. La Luz vino al mundo, y los hombres no la recibieron.
También fue enviado Juan el Bautista…” para preparar la venida del Señor. ¡Qué significa para nosotros celebrar la Navidad? Significa hacer fiesta, significa celebrar al Emanuel, al Dios con nosotros.
A través de este tiempo litúrgico que se extiende hasta el día de la Epifanía vamos a utilizar los ornamentos blancos que van a ser parte de nuestra fiesta cristiana, de nuestra fiesta de la Iglesia, de la fiesta del Señor, este Señor humilde en la condición frágil de un niño, pero lleno de poder, lleno de bondad, lleno de amor para manifestarse a cada uno de nosotros, y nacer desde allí, desde un pesebre, desde un lugar sencillo, humilde, como es nuestro corazón, que necesita ser enaltecido con la gracia y con la presencia del Señor.
Por eso la Palabra de Dios es fundamental para nuestro camino, ya que esta Palabra es la que nos va iluminando , es la que nos va guiando, y nos va permitiendo reconocer en Jesús al Hijo de Dios, descubrir la Luz que Dios nos envía, para disipar todas nuestras tinieblas. Esta Palabra que ha querido hacerse presente en nuestra vida y en nuestra historia, como dice San Juan: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”.
San Pablo va a decir: “El Señor ha asumido toda nuestra condición humana, excepto en el pecado”. Se hizo uno y semejante a nosotros. Nosotros debemos animarnos a reproducir en nuestra carne la imagen de Jesucristo, un Jesús sencillo, humilde, de un Jesús que busca también un lugar para nacer, un Jesús que viene nuevamente a nuestro encuentro, un Jesús que nos recuerda el amor que el Padre nos tiene, y sobre todo, este amor que quiere salvarnos, quiere liberarnos y quiere llenarnos de paz y de alegría.
Pidámosle al Señor en este día y en estos días que podamos disponer nuestro corazón para que Jesús nazca desde allí. Para que Jesús pueda reinar desde allí, ya que su poder está enmarcado en el servicio, y sobre todo, manifestado en la Ley del amor, Ley que Jesús nos viene a ofrecer a cada uno de nosotros, un amor eterno, un amor que nos supera por todos lados, un amor que no pasará jamás, un amor que camina a nuestro lado.
Pidámosle al Señor que realmente estos días sean días de un nuevo nacimiento para cada uno de nosotros, que esta Navidad, que este nacimiento de Jesús nos renueve en la fe, en la esperanza y en el amor. Que tengas una bendecida semana y que Jesús sea Luz y Guia para tus pasos en tu corazón.