Jesús dijo a sus apóstoles:Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.
Palabra de Dios
P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba
El contraste es grande. Ayer, día de Navidad, tuvimos el pesebre del recién nacido con el canto de los ángeles y la visita de los pastores. Hoy es la sangre derramada de Esteban, apedreado hasta la muerte, porque tuvo el valor de creer en la promesa expresada en la sencillez del pesebre. Esteban criticó la interpretación fundamentalista de la Ley de Dios y el monopolio del Templo. Por eso lo mataron (Hechos 6,13-14).
Hoy, en la fiesta de Esteban, primer mártir, la liturgia nos presenta un pasaje del evangelio de Mateo (Mt 10,17-22), sacado del así llamado Sermón de la Misión (Mt 10,5-42). En él Jesús advierte a sus discípulos diciendo que la fidelidad al evangelio conlleva dificultades y persecución: “a ustedes los arrastrarán ante las autoridades, y los azotarán en las sinagogas”. Para Jesús lo que importa en la persecución no es el lado doloroso del sufrimiento, sino el lado positivo del testimonio. La persecución es una oportunidad para dar testimonio de la Buena Nueva que Dios nos trae.
Y esto fue lo que aconteció con Esteban. El dio testimonio de su fe en Jesús hasta el último momento de su vida. En la hora de su muerte dijo: “Veo el cielo abierto; y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios” (Hechos 7,56). Y al caerse muerto bajo las piedras imitó a Jesús, gritando: “¡Señor, no les tengas en cuenta este pecado!” (Hechos 7,60; Lc 23,34).
Para la reflexión personal
• Poniéndote en la posición de Esteban: ¿has sufrido alguna vez por causa de tu fidelidad al Evangelio?
• La sencillez del pesebre y la dureza del martirio van a la par en la vida de Santos y Santas y en la vida de tantas personas que hoy son perseguidas hasta la muerte por causa de su fidelidad al evangelio. ¿Conocés de cerca personas así?