11/01/2016 – Los Hermanos Menores Capuchinos confirmaron que los restos de San Pío de Pietrelcina, el santo de los estigmas, serán expuestos en Roma para que los fieles lo veneren del 3 al 11 de febrero con motivo del Jubileo de la Misericordia y por deseo del Papa Francisco.
La urna que contiene los restos del santo permanecerá primero en la Basílica de San Lorenzo los días 3 y 4 de febrero, junto a las reliquias del cuerpo de San Leopoldo Mandic, otro santo capuchino.
Después, los dos santos serán trasladados el día 5 a la Basílica de San Pedro del Vaticano, donde el 6 de febrero el Papa concederá una audiencia especial a los miembros del grupo de oración “Padre Pío” y a los fieles de la diócesis italiana de Manfredonia, donde se encuentra San Giovanni Rotondo, la localidad en la que se está el santuario del santo y donde él mismo vivió.
Por otro lado, el 9 de febrero, el Pontífice presidirá la Santa Misa con los Hermanos Menores Capuchinos de todo el mundo en San Pedro y al día siguiente, Miércoles de Ceniza, el Papa enviará a los sacerdotes como Misioneros de la Misericordia, una de las iniciativas de Francisco para el Año Santo.
El día 11 las reliquias del santo de los estigmas dejarán Roma para ir a Pieltrecina, su ciudad natal. Allí permanecerán hasta el 14 de febrero. Justo en esos días se cumplirán 100 años desde que el santo dejó Pieltrecina (el 17 de febrero de 1916), donde vivió durante 29 años, para trasladarse primero a Foggia y después a San Giovanni Rotondo.
La noticia de la llegada del cuerpo del P. Pío a Roma fue difundida el mes de julio pasado por su propia Congregación. En una nota difundida en su sitio web, el Convento informó que el Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, envió una carta al Arzobispo de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo (Italia), Mons. Michele Castoro, para transmitir el deseo del Pontífice.
“El Santo Padre expresó el vivo deseo de que los restos de San Pío de Pietrelcina sean expuestos en la Basílica de San Pedro el Miércoles de Ceniza del próximo Año Santo Extraordinario, día en el cual serán enviados en todo el mundo los misioneros de la misericordia, a quienes se les confiere el mandato especial de predicar y confesar para que sean signo vivo de cómo el Padre acoge a cuantos están en busca de su perdón”.
En ese sentido, la carta señalaba que “la presencia de los restos de San Pío será un signo precioso para todos los misioneros y los sacerdotes, los cuales encontrarán fuerza y sostén para la propia misión en su ejemplo admirable de confesor incansable, acogedor y paciente, auténtico testimonio de la Misericordia del Padre”.
El P. Pío fue canonizado por San Juan Pablo II en la Plaza San Pedro el 16 de junio de 2002.
En un artículo publicado por Raffaele Iaria en el diario oficial de la Conferencia Episcopal Italiana, Avvenire, se explica cómo pocos meses antes de su muerte, el primer domingo de agosto de 1968, dijo a uno de sus hermanos frailes que visitaría su ciudad natal “varios años después de la muerte”. “Padre, todavía le quedan cien años”, le dijo el P. Mariano. “El Señor sabe…”. “Después de que muera habrá señales, prodigios, milagros, la Iglesia le pondrá en los altares. Entonces se tomará su cuerpo de aquí y se hará un precioso viaje a Pieltrecina. ¿He dicho bien?”. El P. Pío entonces juntó las manos y bajó dos veces la cabeza y dijo: “Así será”, contó el P. Mariano.
Iaria, en un nuevo libro sobre el P. Pío titulado “Aquellos tres días del Padre Pío” cuenta la importancia de Pieltrecina en la vida del santo: “No se puede entender la vida de este hermano, venerado en todo el mundo, si no se visita Pieltrecina”, dice. Es una ciudad que “no sólo le ha visto nacer”, sino que es donde “recibió los primeros estigmas cerca de un mes después de su ordenación”.