Creo en el joven que sabe decir sí a lo que no da dinero.
Creo en el joven que sabe estar cercano de quien sólo espera algo dado, sin cobrar.
Creo en el joven que arriesga y no calcula.
Creo en el joven que sabe que el camino se crece al caminar.
Creo en el joven que cambia el corazón cuando no es bueno y empieza desde dentro, sin hablar.
Creo en el joven que sabe que la vida se gana, al perderla; y sabe que el ganarla, -por ganar- es como un globo que al oprimir el aire busca estallando campos de libertad.
Creo en el joven que ama la pequeña vida de al lado y no escapa en sueños sin conquistar.
Creo en el joven que es libre, porque es libre desde dentro, libre con la fuerza de la verdad.
Creo en el joven, que como el río, deja en el chopo su voz callada al pasar.
Creo en el joven que sabe ser como el grano de trigo que cae en el surco y espera en la espiga su libertad.
Emilio Mazariegos