20/02/2019 – Eze Grondona es de Pringles, provincia de Buenos Aires, y a los 8 años comenzó sus primeros pasos como scout. Allí fue creciendo, conociendo a Jesús y aprendiendo el arte de servir. Las circunstancias de la vida, junto a que se fue a estudiar a otra ciudad, impidieron que pudiera hacer su “partida” como Rover (los jóvenes scouts más grandes) en el tiempo que “correspondía”. La vida le traería una nueva sorpresa cuando este verano pudo volver a un campamento scout.
El mayor anhelo como scout era llegar a mi partida… Conocí el Scoutismo a los 8 años, un sábado en el que le pedí a mi mamá que me llevara al grupo. Dividido en ramas que se determinan por edades, el movimiento Scout busca transmitir a los jóvenes el respeto al hermano, amor a la naturaleza y formar una vida basada en el servicio a los demás. Como Lobato, nombre que reciben los más pequeños del grupo, conocí a San Francisco de Asís y comencé, entre juegos e historias que nacen desde el famoso “Libro de la selva”, a valorar lo que nos rodea como un regalo de Dios. Entre la Unidad y los Caminantes, inspirados en las enseñanzas de San Jorge y San Francisco Javier, transité mi adolescencia aprendiendo sobre diferentes tipos de fuegos, nudos, comidas de campamento… y compartiendo un sinfín de experiencias entre amigos. Finalmente, llegué a ser Rover…los más grandes del grupo scout, cuyo patrono es San Pedro. Para todo joven esta etapa es la de mayor crecimiento personal y puede culminar de 2 formas, siendo dirigente de alguna de las ramas que antes mencioné o seguir sirviendo fuera del grupo, como fue mi caso. Cuando me vine a Córdoba a estudiar, quise seguir en con un grupo que había conocido durante un encuentro nacional, pero por cuestiones de tiempo no pude hacerlo; de todas formas, cada vez que volvía a Pringles (BsAs) trataba de acompañar o ayudar en lo fuera posible a mi grupo. Siendo que tuve que dejar el scoutismo antes de lo común, sentía que me faltaba algo…realizar “La partida”. Se le llama así al momento en el que un Rover culmina su etapa activa en el grupo, para ese entonces, quien está por hacerla, ya fue madurando y alcanzando ciertas etapas que se plantean en la rama y ha conseguido su “CAYADO”, bastón de madera que termina en una horqueta y representa el camino recorrido, junto a esos momentos de decisión que marcan el rumbo en nuestra vida. Comencé el grupo Scout en 1993, casi 25 años después… Dios quiso que la visita a mis padres para año nuevo, coincidiera con el campamento de fin año del grupo que me vio crecer. Así que pregunté si sería posible que a pesar del tiempo podía acompañarlos y tener la posibilidad de cumplir mi meta…y así fue. Gracias a mi familia por el apoyo, gracias Familia Scout Guía por recibirme nuevamente…gracias Padre Vicente Melchior (fundador del movimiento en Pringles) por, aún desde el cielo, acompañar nuestra formación; Gracias Dios por tan hermoso camino recorrido. SIEMPRE LISTO PARA SERVIR
El mayor anhelo como scout era llegar a mi partida… Conocí el Scoutismo a los 8 años, un sábado en el que le pedí a mi mamá que me llevara al grupo. Dividido en ramas que se determinan por edades, el movimiento Scout busca transmitir a los jóvenes el respeto al hermano, amor a la naturaleza y formar una vida basada en el servicio a los demás. Como Lobato, nombre que reciben los más pequeños del grupo, conocí a San Francisco de Asís y comencé, entre juegos e historias que nacen desde el famoso “Libro de la selva”, a valorar lo que nos rodea como un regalo de Dios. Entre la Unidad y los Caminantes, inspirados en las enseñanzas de San Jorge y San Francisco Javier, transité mi adolescencia aprendiendo sobre diferentes tipos de fuegos, nudos, comidas de campamento… y compartiendo un sinfín de experiencias entre amigos.
Finalmente, llegué a ser Rover…los más grandes del grupo scout, cuyo patrono es San Pedro. Para todo joven esta etapa es la de mayor crecimiento personal y puede culminar de 2 formas, siendo dirigente de alguna de las ramas que antes mencioné o seguir sirviendo fuera del grupo, como fue mi caso. Cuando me vine a Córdoba a estudiar, quise seguir en con un grupo que había conocido durante un encuentro nacional, pero por cuestiones de tiempo no pude hacerlo; de todas formas, cada vez que volvía a Pringles (BsAs) trataba de acompañar o ayudar en lo fuera posible a mi grupo. Siendo que tuve que dejar el scoutismo antes de lo común, sentía que me faltaba algo…realizar “La partida”. Se le llama así al momento en el que un Rover culmina su etapa activa en el grupo, para ese entonces, quien está por hacerla, ya fue madurando y alcanzando ciertas etapas que se plantean en la rama y ha conseguido su “CAYADO”, bastón de madera que termina en una horqueta y representa el camino recorrido, junto a esos momentos de decisión que marcan el rumbo en nuestra vida.
Comencé el grupo Scout en 1993, casi 25 años después… Dios quiso que la visita a mis padres para año nuevo, coincidiera con el campamento de fin año del grupo que me vio crecer. Así que pregunté si sería posible que a pesar del tiempo podía acompañarlos y tener la posibilidad de cumplir mi meta…y así fue. Gracias a mi familia por el apoyo, gracias Familia Scout Guía por recibirme nuevamente…gracias Padre Vicente Melchior (fundador del movimiento en Pringles) por, aún desde el cielo, acompañar nuestra formación; Gracias Dios por tan hermoso camino recorrido.
SIEMPRE LISTO PARA SERVIR