Brian Toledo, una gran historia de lucha

jueves, 18 de agosto de
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Brian Toledo, tiene 22 años y nació en Marcos Paz. Este atleta argentino clasificó a la final en lanzamiento de jabalina. Peleará por una medalla en la definición del próximo sábado en el Estadio Olímpico.

 

Tendrá su primera vez en la final de los Juegos Olímpicos luego de quedar en la 30ª posición en esta misma disciplina en Londres 2012 sin chances de pelear por una presea tras tirar 76.87 metros como mejor marca.

 

Toledo es una de las grandes promesas del deporte argentino desde hace años y realizó en Río su mejor marca de la temporada. El sábado, desde las 20:55, estará presente en el Estadio Olímpico soñando con el podio.

 

Este joven que tuvo una infancia muy dura, dice “Cuando tenía 8 años, me levanté a la madrugada y escuché ruidos. Espié y estaba mi mamá llorando. Le pregunté qué le pasaba y no me decía. Le insistí hasta que me dijo: ‘Lloro porque no sé qué les voy a de comer mañana, a vos y a tu hermana’. No teníamos nada. Pero nada, nada, nada. La abracé y le dije: ‘No te preocupés, estamos todos bien, estamos juntos, yo te voy a ayudar’. En ese momento me cargué la mochila de mi casa, sentí que mi obligación era sacar adelante a mi familia. A mí me gusta dibujar, entonces en la escuela les completaba las carpetas de dibujo a mis compañeros. Ellos me pagaban 25 centavos. Me pasaba toda la noche haciendo dibujos, y con eso compraba un kilo de pan. No era mucho, pero al menos llegaba de la escuela con algo. Un día mi mamá me retó, porque yo tenía que ir a dormir. Entonces esperaba a que se durmiera, me levantaba a la madrugada y recién ahí empezaba. Algo tenía que hacer para que comiéramos. Son cosas que no están bien, pero algunas veces pasé por una quinta que había cerca y agarré un choclo o un repollo, y comíamos eso. La empecé a acompañar al trueque: ella hacía tarta de acelga y la cambiábamos por leche o por harina. Mi mamá cocinaba un guiso mundial con dos cosas, con lo que tuviera. La ayudaba a lavar la ropa, porque no teníamos agua, no había caños. Teníamos que caminar dos cuadras hasta un lugar donde había una canilla. Yo llenaba tachos de 20 litros, los llevaba y ella lavaba a mano, incluso en los días de mucho frío. Y yo lavaba los platos. También vendía cobre y aluminio con Pancho. Mis primos Pancho, Iván, Marisel y Romina fueron como hermanos para mí. Un día, cuando nació Ignacio, estábamos solos, porque los grandes se habían ido a trabajar. Mi hermanito lloraba y lloraba del hambre que tenía. Entonces agarramos el cobre que habíamos juntado, que era poco, y le pusimos arandelas en el medio, para que nos dieran un poco más de plata. Pero una quedó floja. El tipo se dio cuenta, se enojó, nos echó y ni siquiera nos devolvió el aluminio. Hasta eso pasábamos para conseguir un poco de leche. Todas las noches, cuando dormía en el piso, me preguntaba si quería dormir así toda mi vida. Y no, no quería. Pero ¿cuál era el camino? Tampoco lo sabía. Yo tenía 9 años y lo pensaba en serio, me mataba pensando. Por eso, cuando un nene de 9 años me habla, yo lo escucho en serio, de verdad. Cuando te habla un nene, es tan en serio como cuando te habla un adulto”.

 

A los 19 años se fue de su casa, respecto a los motivos, Brian comentó : “Me fui de mi casa hace dos años. Ya tenía 19, 20 años, y a mi mamá se le iba la mano. Un día me levanté y tenía el ojo izquierdo morado. Me miré al espejo y me dije: ¿Merezco vivir así?”

 

Gustavo Osorio es el entrenador de Braian Toledo. Y lo fue siempre. “Lo conocí en la escuela –recuerda Braian–, era profe y nos invitaba a practicar en la misma pista en la que me entreno ahora. Para mí, el atletismo era aburrido, pero cuando Gustavo nos mostró cómo lanzar jabalina, me gustó. La primera vez que tiré, la jabalina me pegó en la espalda. Me enojé, agarré la mochila y me fui. Gustavo me insistió en que tenía que volver, siempre le agradezco eso. Seguramente vio condiciones en mí. Si no fuera por él, no me hubiera enterado nunca de que podía lanzar lejos”. La relación vivió un gran cambio: “Dejé de tratarlo de usted recién ahora, lo respeto mucho. En este último año empezamos a decirnos en la cara las cosas que nos molestan, porque ya somos como una pareja. Ahora tenemos una relación mejor que antes” .

 

¿Por qué para Brian la palabra infinito es tan importante? “El infinito es no ponerte límites –dice Braian, y sale vapor por su boca en medio de una pista construida gracias a su valentía–. Yo puedo soñar con lanzar 90 metros, pero no me tengo que limitar a eso. Tengo que apuntar al infinito. El infinito es hasta donde llegue, sean 88 o 95. El infinito es donde cada uno puede llegar. Recién cuando termine mi carrera voy a poder decir ‘el infinito era eso’. El infinito será todo lo que pude hacer, el infinito es haber dado lo máximo de mí”.

 

Éstos son pequeños fragmentos de la vida de un joven que sufrió la pobreza, el hambre, la violencia y hasta durmió en el piso durante su infancia. Hoy es uno de los mejores lanzadores de jabalina del mundo, pero el año pasado tuvo que trabajar de peón de albañil.

 

 

Fuente: Infobae y El Gráfico

 

 

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