Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,un Adviento más estremecido, asustado, aturdido y expectante,percibiendo cómo avivas en mi pobre corazónlas cenizas del deseo, cómo después de un toque de nostalgia,la memoria que se despereza y abre sus ojos al pasadodeslumbrado por el agradecimiento.
Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,desempolvando mi esperanza,consintiendo en este esperar,siempre mismo, siempre nuevo,consintiendo en este tener que esperar para vivir,en este esperar como afirmación fundamental de mi vida,en este esperar que traduce la profunda y secreta necesidadde tender hacia lo que se me presente como inalcanzabley, por ello, inesperable con mis propias fuerzas.
Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,una vez más enfrentado a la paradoja de esperar lo inesperable,de tener que ejercer esta esperanza para existir,de hacerme consciente de que ser es esperar.
Aquí estoy, Señor, con la mirada del corazón
clavada en este Adviento,con el anhelo encendido, con el deseo ardiendo,luchando contra mis miedos y esperanzaspara que el fuego de la esperanza se abra e ilumine el primer paso.
Aquí estoy, Señor, intentando limpiar la niebla de mis ojos,rogándote que enjugues Tú mis lágrimasy que tu luz alce mi cabeza y oriente mi miradahacia el lugar de la promesa.
Aquí estoy, Señor, aguardando lo que no veo,lo que no siempre quiero, lo que desconozco,lo que, sin embrago- ¡qué ironía!- es mi mayor certeza.
¿Cómo aguardar amor y desvergüenza?¿Cómo negar la espera al Dios de mi esperanza?Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,estremecido, asustado, expectante, enamoradoy sintiendo Tu llamado como la cosa más cierta, más real,como la única verdad de mi espera.
No te canses de llamar, Señor, no te canses de llegar,no te canses de venir, Señor, que aquí estoy caminando,Señor, a Tu encuentro en este Adviento.
Javier Quimsá sj