“Dios habla amorosamente a la conciencia de sus hijos, para que se arrepientan y se dejen amar de nuevo por Él. La salvación es siempre un don gratuito de Dios. Pero supone la decisión de escucharlo y dejarse corregir por Él. Dios se comporta con nosotros como un padre de familia, que ama a sus hijos, los socorre, los cuida, los perdona. Y que también los educa y corrige cuando se equivocan, para ayudarlos a ser responsables, a crecer en el bien y en la libertad”. (Papa Francisco)
Ser Padre tambien implica corregir, educar, si bien Dios es misericordia, a veces nos olvidamos que tambien es justicia, nos enseña su modo de amar para obrar el bien, el que le sigue esta llamado a vivir con radicalidad aunque eso suene exigente, porque nuestro Dios no es un Dios a medias, ¡Él va por todo! y quiere que seamos perfectos como Él lo es.
A veces pensamos que quizás jamás alcanzaremos la perfección a tal extremo, pero no olvidemos que fuimos creados por sus manos, lo que significa que ya nacimos perfectos, tampoco olvidemos que nos creo libres, lo que hace a nuestra imperfeccion es el mal uso de nuestra libertad, el elegir caminos equivocados, los caminos que no son de Dios.
¿Pensaste alguna vez que Jesús nos dejo un “manual” en el cual encontramos como vivir el camino de la perfeccion?, es el evangelio ese “manual” donde Jesús nos habla y enseña, en ese manual nada mas y nada menos estan las palabras del mismo Jesús. Él nos motiva a vivir bajo sus leyes de amor, para que no seamos seguidores tibios que se conforman con el “total Dios me perdona” y con los caminos faciles que el mundo presenta, esos caminos de mentira, ¡Jesús nos dice la posta! no vende mentiras, nos cuenta que seguirlo no es facil ni para cobardes, sino para valientes, que a veces deberemos cargar con cruces pero que Él no nos dejara jamás solos, y nos promete el triunfo, ademas de prometernos estar por siempre, nos dejó su Santo Espíritu, a su Madre y a los santos para que tengamos muchos recursos y ejemplos para aprender a amar y obrar desde su enseñanza.
Cuando Jesús nos dice en el evangelio “si tu mano o tu pie te hace caer cortatelo, es mejor entrar manco o cojo al reino de los cielos que ser hechado al infierno con dos manos o dos pies”, no se refiere a algo que debamos hacer literalmente, sencillamente, Jesús nos quiere decir que debemos saber renunciar a las cosas que nos hacen daño, aunque sean cosas que nos gusten mucho, pero que pueden ser motivo de pecado y de vicio. Esta exigencia de Jesús quiere ser una exigencia de amor y de crecimiento. No quedaremos sin su recompensa. Es el fuego de la caridad y del amor que nos purifica de nuestros pecados, para poder ser la sal que da el buen gusto del amor, del servicio y de la caridad. En la oración y en la Eucaristía es donde los cristianos encontramos la fuerza de la fe y del buen gusto de la sal de Cristo. ¡No quedaremos sin recompensa!