Santo Tomás de Aquino

lunes, 7 de marzo de

Un 07 de marzo 1274 partía a la casa del Padre  Santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico. Su fiesta se celebra cada 28 de enero.

 

A continuación compartimos algunas anécdotas de su vida:

 

 

Su vida es rica en anécdotas. En cierta ocasión, su hermana Teodora, que le había hospedado en su castillo de Maenza para que descansara, le preguntó: ¿Cómo seré yo santa? Y santo Tomás respondió con una sola palabra: Queriendo.

 

Estando un día recogido en oración en la capilla de San Nicolás de Nápoles, oyó la voz de Jesús Crucificado que le decía: Has escrito muy bien de Mí, Tomás. ¿Qué recompensa quieres de Mí por tu trabajo? La respuesta del Santo no se hizo esperar: Señor, no quiero ninguna cosa, sino sólo a Ti.

 

En el mismo lugar, en la fiesta del santo titular de la capilla, san Nicolás, día 6 de diciembre del año 1273, mientras celebraba la Santa Misa, tuvo una visión. A partir de aquel día no volvió a escribir ni a dictar. Interrogado por fray Reginaldo, su confesor, el motivo por el cual no escribe, santo Tomás respondió: No puedo, no puedo. Todo lo que he escrito es paja en comparación con lo que Dios me ha hecho ver. Además, dicen que Santo Tomás intentó tirar al fuego todos sus escritos. Gracias a Dios, un superior logró rescatarlos y Tomás debió obedecer y conservarlos. 

 

La mejor lección de obediencia en la vida religiosa la dio en las calles de Bolonia. Había ido y presenciado el traslado de los restos de santo Domingo al lugar de su actual sepulcro (año 1267). Paseaba por el claustro, cuando un fraile de otro convento que no le conocía le pide que le acompañe a la ciudad. El prior le había dicho que lo hiciera por su mandato con el primer hermano que encontrara. Tomás no dudó. El fraile tenía prisa y recriminaba por la calle a fray Tomás que no fuera tan deprisa como él. La gente al verlo cansado, verdaderamente fatigado, detiene al fraile y le dicen: ¡Pero mira, no le hagas correr, que es fray Tomás!… Al darse cuenta de su falta, pide mil perdones a fray Tomás. Éste se contentó con decir: En la obediencia está la perfección religiosa.

 

En otra ocasión, un religioso de su misma Orden le dijo en broma: ¡Eh, hermano Tomás, venga a ver volar un buey! Y santo Tomás fue a mirar por la ventana, ante la risa del bromista. La réplica de Tomás fue: Prefiero creer que puede volar un buey, a que un religioso pueda mentir.

 

 

Oleada Joven