Diálogo entre José y María

jueves, 1 de diciembre de
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(Un diálogo a puertas cerradas) Lc 2, 6 -7; 16 -19

 

 

-María, ¿cuántas cosas han ocurrido de modo distinto al que pensamos?

 

-José, comprendo cómo está tu corazón de padre que quisiera brindarnos al Niño y a mí, lo mejor, y sin embargo, tiene que aceptar que su mejor ofrenda sea la riqueza de un corazón pobre.

 

-Me conocés, María. No puedo negarte que me aflige cada puerta que se cierra. Pareciera como si cada uno nos dijera: “¡Ajá! ¿lo eligieron a Dios?, que Dios los ayude”. Mas, lo único que me ayuda cuando las cosas se dan así, es pensar que si el Padre lo está escribiendo de este modo es porque éste debe ser el modo más claro de hacer entender su mensaje.

 

Pedirle que nos saque de ésta, conociendo su amor, sería desconfiar de su corazón de Padre. Pedirle que sea padre, es pedirle todo. Pero, no puedo pedírselo sino estando en sus manos. Y así, creo que lo estamos.

 

Estoy seguro, que no nos faltará su paternidad. -Se encargó de hacernos crecer al interior del amor que nos une. Se encargó de hacer que cada ‘portazo’, se convirtiera para nosotros en el lugar del ‘puertas adentro’, donde su rostro de Padre se hace testigo de lo que en secreto vivimos.

 

Déjame decirte, José, que hoy tu mejor ofrenda es lo que aceptaste que él pusiera en tus manos.

 

Él te puso aquello que quería que le presentaras, y te despojó de todo lo que podía empobrecerla. Necesitaba tus dos manos, por eso te las dejó pobres, para ser fecundas y libres, para ser dóciles a lo que ellas mismas cuidaran.

 

-Tienes razón, María. Al pedirme que cuidara de ti, lo que hizo en realidad, fue cuidar de mí. Y, encima, él mismo se puso en aquello que me dio a cuidar; doble motivo, entonces, para cuidar el amor que me pide.

 

-José, creo que ha llegado el tiempo de dar a luz. Tiempo, de que la noche del mundo, que sólo sabe de portazos, y nada de lo que puertas adentro nace, conozca una luz distinta.

 

-Callemos, pues, María, y que hable el Silencio. Esa noche, puertas adentro, el Amor hecho carne nacía como respuesta a tanto portazo humano.

 

Fuente: Diálogos con el hijo pródigo

 

Noelia Viltri