María, enséñanos a mirar el fruto de Dios,tanto más grande, cuanto más hecho pequeño.Haz que cada uno entienda que será mucho más ‘mío’,cuanto más en verdad, lo sea “nuestro”,y que al verlo en otros brazos no olvidemos,que somos su esclavito y no sus dueños.Enséñanos a arrimar el oído,hasta escuchar del otro su corazón ladero,para aliviarle en ternura sus cansancios,y alentar en esperanza sus trabajos y sus sueños.
José, enséñanos a cuidar el fruto de Dioscon las manos humildes y el corazón sereno.A saber que de todo el trabajo,sólo una parte estará en nosotros, hacerlo;y aprender que elegir la mejor partees ocuparnos del otro como siervos.
Jesús, enséñanos a agradecerel fruto de Dios que entre nosotros está puesto,para confiar que detrásde lo que mutuamente hacemos,hay un santo mirar del Espírituy un cuidado, por de más, Paterno.
Javier Albisu