¡Amo a María y canto!

martes, 23 de agosto de
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“¡Quiero cantarle a la Santísima Virgen:

déjenme amar y cantar!

Soy un pobre peregrino en busca de luz y de amor:

vengo al Santuario trayendo el rosario en mis manos

quiero ser para siempre el escabel

de sus inmaculados pies;

a Ella acudo a pedir luz y amor:

¡amor a Dios y a las almas!

Acudo a Ella para no perderme,

despúes de haber atravesado profundidades,

precipicios y alturas,

barracones y montañas,

huracanes y abismos,

tinieblas de espíritu y sombras oscuras.

 

Acudo a Ella, y la paz de lo alto me cubre:

veo su manto desplegarse protector

sobre todas las tormentas,

y una serenidad indestructible

que trasciende las regiones de la luz humana

y superan todos nuestros fulgores

me envuelve y penetra.

 

El alma, innundada por la bondad del Señor

y de su gracia,

inflamada por el fuego de la caridad,

arrebatada a las alturas y rebosante de amor,

experimenta una alegría

que es gozo espiritual,

y se hace canto y embeleso,

sed ansiosa de infinito,

deseo de todo lo verdadero,

de todo lo bueno, de todo lo bello:

atracción y ardor de Dios

siempre crecientes;

amando en el Uno a todos;

en el Centro a los rayos;

en el Sol de los soles toda luz.

 

¡Y en esta luz embriagadora

me despojo del hombre viejo, y amo:

este amor me convierte en hombre nuevo

y amando canto, y canto!

 

Amo con amor inefable

y canto al mismo Amor Infinito

y a la Santísima Virgen del Divino Amor:

me lanzo hacia altura inconmensurables

y con un grito repentino de vitoria,

de gloria a Dios y a la Virgen Santa,

amo y canto.”

 

Don Orione, “pobre peregrino”, recurre con confianza a María.

-tomado de un escrito de 1931-

 

 

Nacha Giacomino