El don de la fraternidad no conoce la distancia

miércoles, 7 de diciembre de
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Hay momentos que tienen eco toda la vida, que hacen que el compás del reloj se mueva distinto. Se trata de que mientras vamos aprendiendo a caminar, nuestras vidas se van poblando de rostros hermanos y amigos que nos anuncian que la Vida es Encuentro.

 

Así los pasos van descubriendo ese puente que desde siempre nos unió aunque no lo supiéramos, mientras se escucha ese latido a latido que suena al unísono. Y el horizonte se amplía, el Amor fraterno es contundente. Las escenas de lo cotidiano se ven habitadas por un soplo suave que sana viejas heridas, por abrazos que cobijan tiempos de soledad, por miradas que izan la bandera de la Esperanza en nosotros. Simplemente, ponen su corazón en aquellos rincones donde la Vida había dejado de bombear.

 

Ellos son regalo, son belleza de Dios para nosotros y para todos, por ello aunque los Sueños tracen para más adelante o ahora otras rutas, agradecemos el sabernos hermanos, el que llegamos para quedarnos, y aunque la distancia a veces estruje un poco, ambos celebramos que corazón adentro, nuestros latidos, uno en el otro siempre encontrarán hogar.

 

 

Luz Huríe

 

Oleada Joven