Este cuarto martes de Cuaresma, la Palabra nos lleva al agua, en una prefiguración del agua bautismal.El torrente que corre por el lado derecho del templo y vivifica, los canales que alegran la ciudad de Dios, la piscina cuyas aguas curan cuando las agita el ángel.
Las aguas alimentan, alegran y sanan lo que tocan.
El dador de Agua Viva, se acerca a un paralítico desesperanzado, resignado a la espera sin fruto frente a la fuente milagrosa, donde siempre —dice— es primereado. Jesús ya lo sabía, no necesitaba explicaciones, lo que le pregunta es: «¿Quieres quedar sano?», pero lo escucha y agrega: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar».
Pero es sábado.