Quiero comenzar a hablar en este relato de manera personal, pero dejando saber que es una reflexión que creo nos engloba a todos, pero se me hace más fácil escribir cuando lo hago desde mi corazón.
Desde siempre supe que lo más importante en la vida de una persona es el Amor. Cuando era chico, lo veía como algo innato, natural, algo que no faltaba: “Amo a todos”, a mi Mamá, a mi Papá, a mi hermano, a mis amigos, etc. Y fue una de las etapas más felices de mi vida, ¡Fui muy feliz!.
Con el correr de los años ese sentimiento, se fue transformando, fui viviendo distintas realidades que fueron moldeando mi carácter, mi forma de ver que el amor, que a veces se pierde por los enojos, los celos, algunas envidias y decepciones. En mi adolescencia me daba vergüenza reconocer que una persona me gustaba, o simplemente que la amaba. Creo que el amor en esa transformación se escondió un poco, pero no se extinguió, porque de igual manera, yo intentaba darlo todo por completo. Me salía natural, calculo que debe ser porque me criaron así, amando sin medida, darlo todo sin importar nada. De nuevo puedo decir que ¡Fui muy feliz!.
Y ahora de grande cuando me animo a escribir un poco sobre lo que sucede en mi corazón, me doy cuenta, que no todos fueron tan afortunados como yo en sentirse constantemente amado y poder dar amor libremente desde chico. Reconozco que a veces el amor duele muchísimo, y no lo digo solamente por las situaciones que uno va viviendo, sino también por lo que sucede a mí alrededor y en el mundo.
Muchas veces me pregunté, ¿Por qué soy así? ¿Por qué amo a todos? ¿Por qué dejo que todo me duela? La respuesta es sencilla, es porque soy sensible, loco y original. Fue porque Dios me pensó y me ama así. A pesar de todo dolor aprendí a amar.
Por eso puedo y quiero decir siempre: “Que el amor es la solución a todo” porque Dios me lo enseñó así, con Jesús clavado en una cruz, me lo enseñó en mi vida, en cada detalle de compasión y de amor que me regaló a través de cada uno de sus hermosos instrumentos. Me hizo sentir constantemente muy amado.
Y solo así comprendí que debo dedicarme a ser yo mismo en todo momento. A pesar de todo el dolor del mundo, solo debo amar, repetirlo una y otra vez si es necesario, sin miedo y sin vergüenza.
Señor que me tomen por loco, dije, solo deseo amar y, como diría un amigo, amar hasta los huesos. Solo deseo amar, amar y amar.
Aunque a veces no me encuentre bien, aunque a veces tenga días tristes, no permitas que deje de apoyarme en vos. Que mis inseguridades no me alejen de ti Señor, porque sin ti no soy nada, sin ti no puedo amar todas y cada una de las almas del mundo.
Emiliano Zarza