Amigos, don de Dios

viernes, 24 de enero de

En el camino de la vida, nos encontramos con personas que se transforman en don de Dios. Algunos ya venían en el “paquete” me refiero a la familia que con todo lo que tenga, siempre será nuestra familia, don de Dios para cada uno de nosotros.  Pero existen otros, que aunque no existe un vinculo sanguíneo se transforman en parte de nuestra familia, aquellos que llamamos amigos y en los cuales vemos tangible la providencia de Dios.

Son amistades que surgen del compartir día a día cosas como la escuela, el trabajo, voluntariado, proyectos, tantas circunstancias en las que el estar juntos se transforma en motivo de cercanía, ayuda, solidaridad, empatía y se crean vínculos.

Otras surgen espontáneamente quizá solo una hora compartida en persona puede generar una amistad que perdurará. Quizá un momento en el que esa presencia fue crucial y llegó ese don del Señor para quedarse y acompañarte.

Algunas más, encuentran su fuente en una posible antipatía, o desagrado, que cuando no se conoce o aceptan ciertos rasgos, pero cuando realmente nos abrimos al otro descubrimos que son mas las cosas que nos unen que las que nos dividen.

Al pensar en amistad personalmente pienso en amigos, en nombres concretos, en experiencias vividas, sonrisas y lagrimas, momentos de alegría y de enfado, relajo y tensión. Colores que dan vida al bello mosaico de la amistad, que dan luz y sombra a esta bella realidad.

Los amigos, esos compañeros de camino que a veces les ayudo a caminar y a veces son ellos quienes me ayudan a mi. Escuchar y ser escuchados; Alzar y ser alzado. Abrazar y ser abrazado. Llorar con el y el llorar conmigo. ¿Qué seria de mi sin ellos en esos momentos difíciles? ¡Y qué gracia poder acompañarlos a través de la distancia! ¡Me siento tan cercano a ellos cuando pasan un momento difícil aunque estoy a una distancia enorme de ellos! ¡Si, la distancia no puede romper esos vínculos… Italia, México, Colombia, Estados Unidos, Tantas naciones diversas y sin embargo la distancia no es un impedimento.

Y todas esas amistades, relaciones de persona a persona las veo como un don gratuito de Dios, un motivo más para estarle agradecido con el amigo mas grande de todos, Él, el Amor es nuestro amigo y es la fuente de la amistad.

 

Santa Trinidad, amistad perfecta:

Tu eres mi gran Amigo.

Gracias por el don de la amistad,

con el cual me muestras tu amor y tu cercanía.

Hoy vengo a poner en tus manos a mis amigos,

Tú, Amigo, me los has dado,

Ayúdame a cultivar una sana amistad con ellos.

Ayúdame a ser un buen amigo a imagen tuya.

Ayúdame a ser fuente de alegría y consuelo.

Madre nuestra, Santa María, amiga  pongo bajo tu manto a mis amigos, ayúdanos en las dificultades, como ayudaste a tus amigos de Caná.

Y que sepa, «hacer lo que Él diga».

Amén.

 

«Esta es la verdadera, la perfecta, la estable y constante amistad: la que no se deja corromper por la envidia; la que no se enfría por las sospechas; la que no se disuelve por la ambición, la que puesta a prueba no cede» (Beato Elredo)