José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914) es conocido por ser el cura gaucho. Lo conocí hace poco. Aun así quiero acercarme a él diciéndole desde el corazón:
Cura Brochero conociste a Dios de niño
nunca dejaste de andar y andar,
de las sierras hasta la ciudad y vice versa
buscando la voluntad de aquel que te llamó;
alejándote, incluso, de los tuyos.
Tus cejas quemadas por los estudios
como muchos de los jóvenes,
anhelando una vida mejor.
Te despertabas de madrugada a estudiar
y por la noche dejabas todo en las manos de Dios.
El celo de la vocación de ser sacerdote
fue desde siempre una convicción firme en vos.
Vos nos inspiras y nos dejas un mensaje con tu vida,
vida confiada en la misericordia de Dios
vida de oración, de estudio, y de misión.
En todo este caminar te fuiste fiel.
Tus palabras llegan al corazón y siembran el bien;
tu poncho y tu sombrero acercan al que está lejos;
tu mate compañero y puente leal;
tus manos en el barro con los serranos.
Cura Brochero te decimos gracias
te pedimos fuerza en nuestro andar
el sendero en el que hoy caminamos y que parece sinuoso.
Sé nuestra luz y nuestro motor.
Con tu mula, la Malacara, caminaremos junto a vos.
Cura Brochero un hombre de su tiempo que dejó sus huellas bien marcadas. Que él sea nuestro testigo de ser caminos que se acercan a los alejados. Que el mate, las ganas de gastar tiempo con el otro aun desconocido, y la buena onda sean las cargas de nuestra mochila para dar amor. Hoy en su fiesta celebramos su vida que nos recuerda que “la gracia de Dios es como la lluvia, a todos moja.”