Ayuno

sábado, 5 de marzo de
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Ayuno de huidas,

me niego a dejarme

aturdir por mil ruidos.

Elijo hacer silencio y oír.

Ayuno de mi mirada nociva

que me daña y me castiga.

Elijo mirarme como Tú me miras,

con tu mirada compasiva

que me sana a la vez que me cobija.

Ayuno del miedo

que me paraliza.

Elijo confiar y caminar

hacia donde Tú,

Dios de los abrazos,

me llamas y me esperas.

Ayuno de correr con la mente

hacia el mañana

como si este hoy

no me bastara

y elijo estar presente,

disfrutar los gestos,

abrazar los momentos

en los que Tú,

Dios escondido,

te me regalas y

te me revelas

sin que pueda yo atraparte

sino más bien

ante tanto don haces que

solo pueda conmoverme

y agradecerte

Ayuno, Señor, de lo que me aleja

y elijo estar atenta,

no vaya a ser

que una vez más,

teniéndote al frente

no sepa reconocerte.