Se puede ser tan grande, siendo tan pequeño. Se es tan reconocido, desde la sencillez y la humildad. Se es primero, siendo segundo.
Hace algunos años cuando me hablaron de San José, yo decía…”Ah sí, el que esta ahí en el pesebre, pero que hizo algo groso”.
Con el tiempo lo fui descubriendo, le fui hablando, lo conocí. Desde su taller en Nazaret, siendo el carpintero, fue elegido por Dios para ser el padre y catequista de Jesús, y ser el esposo de María. Ser el que llevaba los pantalones en aquel hogar humilde de Nazaret, era el padre del Rey, y el esposo de la Esclava de Dios, y un tipo mas, sencillo y humilde, con miedos e incertidumbres, como cualquiera de nosotros, que ante el “chisme” del embarazo de María, quiso irse lejos, no volver, y le consultó al Señor y hasta había decidido abandonarla en secreto.
Pero aquella noche oscura para él, en realidad bendita noche, el Ángel del Señor le dijo… “No temas, y acepta a María”. Y el aceptó la voluntad de Dios, aún con sus dudas y miedos.
Y desde ese segundo lugar, y por la fe que tuvo, Dios lo eligió, y allí entre el martillo y el aserrín de su taller, nació el “Dador de todo bien”, Aquel que todo un pueblo esperaba. Y montado en un pobre animal, pasó noches con frío, con María embarazada, golpeando puertas, esperando que alguien le diera un lugar para que nazca su bebé, ese bebé que cambió la historia para siempre, gracias al sí de María y a la aceptación de José.
Por eso teniendo como referencia a José, ¿por qué siempre queremos ser protagonistas?, ¿por qué ante el miedo queremos huir?, ¿por qué en el silencio de la noche nos cuesta tanto escuchar lo que Dios quiere para nosotros?
Porque aún nos falta dejar de lado el corazón egoísta caprichoso, nos falta hacerles la preguntas a Dios… Y eso sí después bancarse las respuestas. Porque Dios tiene un plan tan perfecto para nosotros, que no queremos que a veces se “haga su voluntad” queremos nuestro capricho. Pero a nosotros, como a José, Dios tiene un Plan que supera nuestra humanidad y que jamas entenderemos, pero con el tiempo será lo mejor para nosotros, y para seguir construyendo el Reino.