Caminar nuestros sueños es vivir la vocación a la que Jesús nos llama

domingo, 25 de abril de

¿Cuáles son tus sueños? ¿Estas trabajando por alcanzarlos?

En muchas ocasiones podemos sentir que lo que soñamos no es tan realista, que es lejano o imposible. Pero… si realmente Dios plantó esos sueños en nuestros corazones, no tenemos que dejarnos  vencer por el desánimo. Por el contrario, la invitación es a aferrarnos a la mano del Padre y caminar.

Muchas cosas de la vida -si no son todas- implican salir de nuestra zona de confort, intentarlo una y otra vez. Es un camino: no siempre va a ser fácil -“Esa vida no es una salvación colgada ‘en la nube’ esperando ser descargada” (CV 252) – pero vale la pena recorrerlo porque nos hace plenos e incluye a nuestros hermanos, ayudándolos desde ese lugar al que somos llamados.

Ese sueño o esa vocación que crece dentro, saca lo mejor de nosotros para ofrecerlo al mundo y ser reflejo de Dios para los demás.

¿Estas caminandolo? ¿Qué pasos podes dar?

Recordá que no vas solo/a, tenes el mejor co-piloto a tu lado.

“257. Para cumplir la propia vocación es necesario desarrollarse, hacer brotar y crecer todo lo que uno es. No se trata de inventarse, de crearse a sí mismo de la nada, sino de descubrirse a uno mismo a la luz de Dios y hacer florecer el propio ser: «En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio progreso, porque la vida de todo hombre es una vocación»[140]. Tu vocación te orienta a sacar afuera lo mejor de ti para la gloria de Dios y para el bien de los demás. El asunto no es sólo hacer cosas, sino hacerlas con un sentido, con una orientación. Al respecto, san Alberto Hurtado decía a los jóvenes que hay que tomarse muy en serio el rumbo: «En un barco al piloto que se descuida se le despide sin remisión, porque juega con algo demasiado sagrado. Y en la vida ¿cuidamos de nuestro rumbo? ¿Cuál es tu rumbo? Si fuera necesario detenerse aún más en esta idea, yo ruego a cada uno de ustedes que le dé la máxima importancia, porque acertar en esto es sencillamente acertar; fallar en esto es simplemente fallar»[141]” (Christus Vivit)