«Lázaro representa bien el grito silencioso de los pobres de todos los tiempos y la contradicción de un mundo en el que las inmensas riquezas y recursos están en las manos de pocos.
¡Ignorar al pobre es despreciar a Dios! … Hay un particular en la parábola que cabe señalar: el rico no tiene un nombre, sino solo el adjetivo: “el rico”, mientras que el del pobre se repite cinco veces, y “Lázaro” significa “Dios ayuda”. Lázaro, que se halla ante la puerta, es una llamada viviente al rico para que se acuerde de Dios, pero el rico no acoge esta llamada.
El rico conocía la palabra de Dios, pero no la dejó entrar en el corazón».
Francisco
18 de mayo de 2016
Dios, no dejesque el bienestar me envanezcay seque en míla necesidad de buscartesiempre.
Que mis oídos y mi corazónpermanezcan abiertosa tu palabray a la necesidad de mis hermanos.
Enseñame a ayudar, a compartir,y a amartecada día más…