Corazón a corazón

viernes, 21 de junio de
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El corazón de un amigo se convierte muchas veces en el atrio donde depositamos nuestras más significantes luchas e historias. Allí donde guardamos con seguridad una parte de nosotros.

Los amigos se vuelven cofres, baúles en donde refugiamos nuestros mas valiosos tesoros. A pocos son quienes entregamos esas joyas, porque algo nos hace sentir que la intimidad es nuestra dimensión más sagrada.

En los mejores amigos confiamos las lágrimas, las desventuras y fracasos que a muchos otros no podemos expresar. Porque allí sabemos que todo estará seguro con ternura y cuidado.

El Sagrado Corazón de Jesús puede ser también para nosotros el mejor lugar para confiar entera nuestra vida. Cristo es una persona. Alguien dispuesto siempre a la escucha y compañía. Es un amigo con oído ladino y abrazo de hermano.

Todos aquellos que han depositado allí sus corazones, han experimentado los latidos y el ritmo de su sagrado corazón. Ese amor no se ha apagado nunca, y ese tesoro nunca ha sido ultrajado por nadie.

En la intimidad de ese encuentro con el Señor; corazón a corazón nos abrazamos a su humanidad. Y allí nos muestra su rostro.