Cuando “cortar” es una forma de “amar al otro como a uno mismo”

lunes, 25 de noviembre de
image_pdfimage_print

Hace un tiempo atrás me preguntaba cómo es el amor al prójimo, sobre todo, a uno mismo desde la otra persona.

En nuestras relaciones con otros, encontramos personas que no nos ayudan a ser mejores, o mejor dicho, que no colaboran en nuestro crecimiento personal. Personas que no nos hacen bien.

… puede sonar un poco “raro” aceptar que existen personas que nos hacen daño. Ahí me pregunto, como amar al otro que es muy distinto a mí, en la respuesta puede parecer hasta fácil para un cristiano: “vencerse a uno mismo, ceder a los gustos y/o caprichos del otro, renunciar a lo que nos hace bien para que el otro “sea”, ….

Conversando en la dirección espiritual, el sacerdote que me acompañó durante algunos años, me decía: “es necesario “cortar” con aquello que no eleva nuestra vida para ser mejores personas. Incluso, es necesario “cortar” con personas que nos hacen daño”.

“Cortar” hace referencia a no seguir manteniendo relaciones por obligación. Hace referencia a saber alejarnos de aquellas personas que no nos hacen bien.

“Amar al prójimo como a uno mismo”. Consiste en respetar al otro, desearle siempre lo mejor, ser cordial en el trato cuando nos lo encontremos. Pero también consiste en respetarnos a nosotros mismos, en discernir para saber “cortar”, es decir, en alejarnos de aquellas personas que no nos ayudan a crecer.

No siempre es cómodo, pero es necesario encontrar un día, una hora, en que las relaciones por obligación sean “cortadas”, para que podamos hacer vida el mandamiento Nuevo de Jesús, “amar al prójimo como a uno mismo”. Certifico por experiencia, que en la medida en que “cortemos por caridad”  la relación forzada con el otro, nosotros mismos, viviremos libres y seremos para los demás signo de libertad.

 

Carolina Lizárraga