En mi ciudad natal, en estos días estamos celebrando el cumpleaños de un sacerdote que hace más de diez años partió a la casa del Padre Dios. Este cura es muy conocido por la gente, es conocido por la gracia de su ministerio, ya que acompañaba todos los días a los más necesitados, especialmente los enfermos. Él sabía cómo darse, sencillamente, siendo él con el otro.
Además de ser un sacerdote entregado a Cristo, ¡era poeta!, y es sin duda una de las facetas de su vida donde más dejó obrar al Espíritu. Particularmente, nunca dejo de asombrarme de la belleza de sus palabras, belleza que, como dice el libro de la Sabiduría, y proclamábamos el viernes, “a partir de la grandeza y hermosura de las cosas, se llega, por analogía, a contemplar a su Autor.” (Sab. 13, 5)
Uno de sus versos siempre me ha tocado el corazón. Se llama “Darse”. Habla de la simpleza en el darse “porque sí”. Porque el mismo Cristo dio la pauta de que hay más grandeza en dar que en recibir, y estamos llamados a ser otros Cristos -literalmente ungidos- en este mundo. Pienso en el Bautismo donde fuimos ungidos. Antiguamente, permanecían con el perfume por una semana, para que todos supieran que ahora, esa persona, ese corazón, era de Jesús.
Uno no sabe en qué momentos da más de lo que recibe, y muchas veces me lo pregunto: ¿cómo dar sin recibir, si dando yo te recibo? Y el Espíritu me ha dado la gracia infinita de poder darme cuenta que aquella respuesta a lo que he dado, no hace más que engrandecer el haber dado. Mirá, esto se entiende muy facil desde el poema que te contaba: “¿Qué importa ser laguna si albergas una estrella? ¿Qué importa ser de barro si brotas una flor?” y sabés de qué me di cuenta, que esa laguna ahora parece un poco más cielo, y ese barro, un poco más una pradera.
Y es que a eso estás llamado también, a ir elevando el espíritu, a hacerlo uno con el Espíritu de amor, y entonces serás capaz de, a pesar de las miserias de uno, ponerlas a la luz de su misericordia, y darte. Darte porque Él se dio. Se dio como Padre dándonos a su Hijo, como Hijo dándonos al Espíritu, y como Espíritu uniéndonos al misterio de Dios Trino.
El misterio de darse. Yo solo quiero compartirte esta reflexión para que, en la construcción del Reino, cuyo Rey celebramos el próximo domingo sacramentalmente, tengamos bien en claro cuál es la raíz de nuestra vocación: “darte a la vida sencillamente”.
Te pongo en oración, pidiéndole al Padre que seamos esas vasijas de barro que llevan dentro un tesoro, dispuesto a verterlo, a romperse, a darse para que el tesoro se desparrame. Como quien unge los pies de Jesús y rompe ese cacharro para desparramar el perfume por toda la casa. “Brinda a todos efluvios del tesoro infinito. Muere brotando Cielo y reflejando a Dios.”
¡Date! ¡Nos demos juntos!
Debes darte a la vida sencillamente, como
la flor da su perfume y el astro da su luz.
No te reserves nada: hay más grandeza y gozo
en dar que en recibir, como dijo Jesús.
Y como Él se entregaba, te entregarás tú mismo.
Izarán tus banderas, seguirán tu ideal…
Pero el grano de trigo, por dar la vida, muere;
por encarnar tus sueños te crucificarán.
¿Qué importa ser laguna si albergas una estrella?
¿Qué importa ser de barro si brotas una flor?
Brinda a todos efluvios del tesoro infinito.
Muere brotando Cielo y reflejando a Dios.
No quiero yo en mi tumba, ni mármol ni cipreses,
sino la tierra madre y el árbol de la Cruz.
La horizontal, son brazos que tiendo a mis hermanos,
la vertical, son alas que tiendo hacia Jesús…
A 102 años del natalicio de nuestro querido padre Luis Jeannot Sueyro, recordamos con cariño a un hombre que dedico su… Posted by Sanatorio "Luis Jeannot Sueyro" on Wednesday, November 20, 2019
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