Déjame Señor sentarme a tu lado en esta mesa, en esta tarde que es santa y tierna. Déjame posar mi cabeza en tu pecho, recoger los latidos de tu corazón en este momento supremo de amor. Déjame participar con mis locuras, y penetrarme de tu mirada en este signo evidente de tus palabras. Déjame llevarte mis temores. Déjame dejarte mis debilidades y rencores. Déjame estar estos minutos en esta eficaz fuente de perdón. Sana mi corazón, enciende el fuego de mis entrañas con tu calor.
Déjame escribir con un beso en éste cáliz de tu sangre. Dame de ese pan. Riega mi vida con ese vino. Déjame pasar la noche hasta la aurora escuchando tu respiro. Déjame rezar a tu costado. Déjame amando tu regazo.