Padre. Déjame por un instante refugiarme en tu castillo con la fantasía de creer en el cielo. Ser un niño con sonrisa de ángel y ojos cristalizados de hielo.
Déjame ser el hijo niño que necesita siempre del padre, que busca refugio, que abraza como un cobarde.
Déjame en tus jardines amar sin tiempo y jugar sin espacios. Corretear mis sueños sin permiso, pero siempre de tu mano.
Déjame asombrarme de las cosas simples creadas por ti, de la hermosura que has plasmado para hacerme feliz.
Déjame saborear lo dulce de tu gracia, y querer siempre más de las delicias que emanas.
Déjame envolverme de los colores de tus palabras, tomar confianza y sacar mis juguetes en tu terraza. Compartirte lo mucho o pongo que tengo, con tal de hacerme simple y siempre marchar al cielo.
Hazme llorar cuando no te encuentre.
Hazme reír cuando te recupere.
Hazme sentir que eres mi padre, el compañero fiel que está para cuidarme.