Diálogo: puentes donde antes había abismos

sábado, 18 de septiembre de
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Hay presencias que nos incomodan, encuentros que nos interpelan. Dejar que el otro sea otro, que piense a su modo, que viva diferente, que busque distinto nos cuestiona.

Por un lado implica reconocer con qué tanta convicción vivimos lo que decimos. Nos desafía a reconocer que hay en el otro algo legítimo, un interrogante válido que no sabemos responder y eso, vernos desprovistos de respuestas no nos gusta y nos da miedo.

Quizá el mayor aprendizaje pueda ser agradecer la diferencia porque si nos dejamos tocar en lo hondo seguramente nos hará crecer. Es a través del encuentro que se produce en el diálogo que nos reconocemos iguales en nuestra humanidad, no porque no haya diferencia sino porque nos preguntamos y hay algunas cosas que jamás podremos explicar. Nos hace más humildes el reconocer que cada búsqueda es igual de legítima. Si sabemos dialogar probablemente podamos tender puentes donde antes había irreconciliables abismos.