Hay presencias que nos incomodan, encuentros que nos interpelan. Dejar que el otro sea otro, que piense a su modo, que viva diferente, que busque distinto nos cuestiona.
Por un lado implica reconocer con qué tanta convicción vivimos lo que decimos. Nos desafía a reconocer que hay en el otro algo legítimo, un interrogante válido que no sabemos responder y eso, vernos desprovistos de respuestas no nos gusta y nos da miedo.
Quizá el mayor aprendizaje pueda ser agradecer la diferencia porque si nos dejamos tocar en lo hondo seguramente nos hará crecer. Es a través del encuentro que se produce en el diálogo que nos reconocemos iguales en nuestra humanidad, no porque no haya diferencia sino porque nos preguntamos y hay algunas cosas que jamás podremos explicar. Nos hace más humildes el reconocer que cada búsqueda es igual de legítima. Si sabemos dialogar probablemente podamos tender puentes donde antes había irreconciliables abismos.
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.Entonces le anunciaron a…
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para…
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: “Es Juan, que…
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: “Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez”.“¿De dónde me conoces?”, le…
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:”Escuchen bien esto que les digo: El…