Domingo 03 de Septiembre de 2023 – Evangelio según San Mateo 16,21-27

jueves, 31 de agosto de
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Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá”Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro | Sacerdote jesuita

El camino que Jesús propone para que vivamos en plenitud es el del amor comprometido y fiel; un amor que implica salir de uno mismo para abrirse a amar a los demás al modo que nos amó el Señor. Ése es el único camino para hacer presente entre nosotros la fraternidad del Reino que Dios nos invita a vivir.
La realidad nos dice que el amor, si es verdadero, exige el sacrificio de sí mismo, exige la renuncia a ponerse a uno mismo en el primer lugar, o a buscar la propia comodidad y satisfacción. El amor nos hace poner al otro en el centro y morir así a todo egoísmo.

Qué distinto es este mensaje a la visión tan expandida de “hacé la tuya”, “lo importante es que vos estés bien”, “no vale la pena sufrir por los demás, sean quienes sean”.

Pues, Jesús, es ese que a todos, sin excepción nos amó hasta el extremo, y asumió la incomprensión, la persecución y la muerte que le que le implicó anunciar y vivir este amor con radicalidad. Amar exige asumir el dolor que estará presente en uno u otro momento de la historia, cuando el amor es sincero.
Qué curioso, Pedro quien lo había confesado un poco antes a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios vivo, el que ahora va a querer disuadir a Jesús de asumir las consecuencias duras del amor y darle la espalda a la cruz. Cuando Jesús anuncia su pasión, su muerte en cruz y su resurrección, Pedro lo reprenderá: “esto no puede sucederte a ti, que eres el Salvador”, le va a decir de alguna manera. Pedro quiere que el Señor triunfe, pero a su manera, quiere enseñarle a Cristo el camino que debe recorrer; pero no es el camino del amor, no es el seguimiento de un Jesús pobre y humilde en el que Pedro está pensando.

Jesús reacciona, y le dice duramente «¡Retírate, de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres». Cuántas veces tranzamos con caminos que nos alejan del amor, para no sufrir, para no perder, para no morir. Y esos son planteos que ya vengan de fuera o vengan de dentro, son del malo, de quien nos aleja de Dios.

«El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga». No podemos seguir a Cristo sin la cruz, no podemos amar sin asumir las consecuencias dolorosas que muchas veces trae el amor. Pero es el amor el único camino que construye la fraternidad y el único camino que nos hace plenos. El amor vale la pena, así que cuando venga la pena, tenemos que asumirla porque de verdad la vale. Claro que no es un camino que lo podemos hacer solos. Contamos con la gracia y la fuerza de Dios que siempre está presente, y contamos con otros hermanos y hermanos que a lo largo de la historia y hoy mismo se suman al grupo de los que quieren amar al modo de Jesús. El que quiera por todos los medios no sufrir no se animará a amar, y de alguna manera marchitará su vida. Solo el amor da sentido y plenitud a la vida. Que Dios nos bendiga y fortalezca.