Domingo 04 de Diciembre de 2022 – Evangelio según San Mateo 3,1-12

lunes, 28 de noviembre de
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En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”. A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: “Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca? Produzcan el fruto de una sincera conversión, y no se contenten con decir: ‘Tenemos por padre a Abraham’. Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego. Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible”.

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro | Sacerdote jesuita

 

 

Qué bueno que en este tiempo de Adviento, preparando el corazón para la Navidad, volvamos a escuchar: “Conviértanse, porque está cerca el Reino de los Cielos”. Se nos llama a realizar un camino interior, a preparar el Corazón, y hacerlo con un gran sentido de esperanza porque está cerca el Señor que viene a dar sentido a la vida a llevarnos hacia el Padre, a salvarnos de los infiernos que podemos construir con la violencia y el egoísmo, y que rompen con nuestra convivencia. El amor de Dios viene a manifestarse en esta historia. Pero nos llama a involucrarnos en su designio de salvación.

¿Cómo hacerlo? El primer paso será buscar la conversión, y para ello se necesita mucha humildad y lucidez, porque tenemos que examinarnos con sinceridad para reconocer las actitudes que nos alejan de la bondad, de la justicia y del amor. Éste es un camino interior que solo se hace posible en el desierto; no como lugar geográfico, sino como lugar del encuentro con Dios, como el sitio del silencio, de la soledad fecunda, del retorno a lo esencial para descubrir la propia verdad.

Este camino de conversión nos pone de frente a preparar el camino del Señor y hacerlo para nosotros mismos y para los demás. Busquemos sortear los obstáculos del propio corazón identificando aquellos deseos, impulsos y actitudes que nos alejan de Dios y busquemos contar con su gracia para poder rechazarlos. Pero identifiquemos también cómo Dios actúa en nuestro interior, animándonos, cuestionándonos, corrigiéndonos, impulsándonos a amar, y así elegir todo lo que viene de Él para hacerlo faro de nuestra propia vida. El Señor siempre nos ofrece testimonios de hermanos y hermanas que se nos presentan como modelos en este camino. En aquel tiempo apareció Juan el Bautista, animando a la gente a la conversión. ¿Quién es hoy para vos esa persona que te impulsa a salir de cualquier tendencia egoísta, y te llama a caminar hacia Dios y a construir una humanidad más justa con generosidad y verdad?
Pero esto no se queda aquí. Todos nosotros podemos ser testimonio para otros; podemos ser esa voz que grita en el desierto; podemos denunciar las actitudes injustas y alabar todo lo bueno. Que este tiempo sea una oportunidad para dar pasos de transformación de nuestro entorno, familiar, comunitario y social, donde podemos preparar el corazón para recibir de una manera nueva a Aquel que viene a bautizar con Espíritu Santo y fuego, y que paradójicamente lo vamos a reconocer en la sencillez y en la pobreza de un niño frágil y totalmente necesitado de amor que se pone en nuestras manos para suscitar en cada uno de nosotros la bondad del corazón.

Si habrá que preparar el corazón para volver a lo esencial y para celebrar la Navidad. Porque el Reino de Dios ya está entre nosotros; el amor y la reconciliación ya son posibles y contamos con Jesús que viene a transformarnos desde dentro, si con libertad le decimos que Sí.

Que Dios nos bendiga y fortalezca.