Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa”.
Hoy contemplamos a Jesús como Buen Pastor, es Él quien vive a pleno su vocación guiando a sus discípulos hacia el Padre, buscando que vivamos en libertad y con sentido, construyendo la fraternidad del Reino; es Él quien vive su amor por la humanidad hasta el punto de dar la vida por ella.
El Buen Pastor ama a sus ovejas, las conoce a cada una y les habla al corazón de tal manera que ellas reconocen su voz, confían en Él y lo siguen. Para nosotros, discípulos de Jesús, se nos plantea el desafío de buscar reconocer su voz lo que implica una gran invitación al discernimiento, a crecer en la familiaridad con Él Señor, aprender de su modo de sentir y proceder, buscar mirar de la misma manera que Jesús mira; todo esto nos ayudará a no ser sordos a su voz a su llamado, cuando Él toca a la puerta de nuestro corazón.
Quizás, mirando a nuestro interior, podamos reconocer que Él busca cotidianamente mover nuestros corazones con sentimientos y proyectos que nos impulsen a amar y servir en nuestra realidad.
Muchas veces podemos vivir distraídos, sin atender a nuestra interioridad. Podemos dejarnos encandilar o aturdir por muchas voces y propuestas que promueven que vivamos superficialmente, y sin embargo solo en la hondura de nuestra interioridad podremos reconocer lo que nos hace verdaderamente bien y fortalece nuestra libertad. Cuánta necesidad de discernimiento, cuánta necesidad de hacer silencio y distinguir de dónde nacen los deseos y los impulsos que nos mueven, tanto aquellos que vienen de Dios y que construyen nuestra vida, como aquellos que nacen del mal espíritu, que como ladrón busca robarnos la paz, la fe, la esperanza y la generosidad.
La tarea del discernimiento es urgente porque es urgente que elijamos vivir con coherencia los caminos fraternos que en nuestra actualidad se ven tan amenazados. Estamos llamados a ser hombres y mujeres constructores de paz y de justicia, y que con nuestras acciones y palabras, con toda nuestra vida, sigamos sembrando el bien en nuestro mundo.
El Señor nos sostendrá y nadie ni nada nos podrá arrebatar de su mano, porque su amor por nosotros es infinito. Pidamos a Dios, en este día tan especial del Buen Pastor que muchos jóvenes escuchen su voz y elijan seguirlo radicalmente.
Que Dios nos bendiga y fortalezca.
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