Domingo 09 de Mayo de 2021 -Evangelio según San Juan 15,9-17

martes, 4 de mayo de
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Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»
Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»

 

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro Sacerdote Jesuita

 

Un Evangelio para grabarlo en el corazón, para aprenderlo de memoria. Jesús, comparte con nosotros la fuente de su alegría, de su plenitud; lo que le da sentido a su vida y a su entrega. Y lo hace para que su alegría esté en nosotros y nuestra alegría sea plena.

Jesús se confiesa a sí mismo como un hombre alegré, con todas las letras, aún a las puertas de su pasión, un hombre con el corazón lleno de paz y de sentido; y nos quiere felices, hombres y mujeres de alegría como la suya, en este mundo y en esta historia que nunca están exentos de contradicción, dolor, límites y dificultades.
Este Evangelio, no es para escucharlo con una música de fondo que nos haga volar, sino con las puertas y ventanas abiertas para mirar el mundo y las circunstancias que nos toca vivir, con los pies bien puestos en el suelo y con el corazón apuntando al cielo.
Jesús nos elige como amigos, y así nos llama. Su amor por cada uno es infinito, y nace del amor que el Padre siente por Él. Su gratitud hacia el Padre, redunda en el amor que Jesús vive por nosotros: “como el Padre me ama a mí, así yo los he amado a ustedes, permanezcan en mi amor”. Y nos ama con esa gratuidad e incondicionalidad propias de quien lo hace sin buscar retribuciones. Nos ama y basta; Él toma la iniciativa: no lo elegimos nosotros a Él, sino que Él nos eligió a nosotros…, así que para quienes somos demasiado duros con nosotros mismos, o nos sabemos no merecedores de la gracia de la fe y de su amistad, podemos entender el alcance imponente de estas palabras: el de Jesús es un amor que nos “primerea”. Nos ama hasta el punto de dar la vida por nosotros y por todos; Jesús se hace amigo de toda la humanidad.
Lo que Él pide a cambio de esta amistad es muy curioso: «que se amen los unos a los otros como yo los he amado.» Jesús podría haber dicho: «Ámenme como yo los he amado», pero no piensa en sí mismo sino nosotros.

Tengamos cuidado de no engañarnos pensando que amamos a Jesús solo en las palabras que le dirigimos, o en los gestos religiosos que tan importantes son y tanto bien nos hacen. Todo debe estar ordenado al amor al prójimo, a la caridad, y eso es lo difícil. La peculiaridad del amor que nos enseñó Jesús, es que se conjugan el amor a Dios, el amor al prójimo y el amor a uno mismo. Pero lo que da cuenta de que nuestro amor va en ese camino, es el amor al prójimo. En el amor al prójimo, también gratuito e incondicional, que implica la tarea del perdón y la búsqueda del bien y la justicia, podremos expresar nuestra correspondencia a tanto amor que hemos recibido de quien nos llama amigos, Jesucristo nuestro salvador, y fuente verdadera de nuestra alegría.

Que Dios nos bendiga y fortalezca.