Domingo 14 de Junio del 2020 – Evangelio según san Juan 6, 51-58

viernes, 12 de junio de
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Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.»

Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?»

Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.

Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente.»

 

Palabra de Dios

 

Padre Sebastián García sacerdote del Sagrado Corazón de Betharram

 

Hace unos años el papa Francisco publicó un mensaje con motivo de la I Jornada Mundial de los Pobres, que se realiza un fin de semana antes de la Solemnidad de Cristo Rey. En ese mensaje se refiere a la fiesta que estamos celebrando este domingo en la Iglesia, que es Corpus Christi, la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Jesús. Celebramos que Jesús es Eucaristía, acción de gracias, celebrada en comunidad. Es el pan que se amasa comunitariamente, se vive, se parte, reparte y comparte, a todos y de manera absolutamente gratuita. Es el memorial de la Pascua de Jesús que nos dice una y otra vez que se ha quedado con nosotros y no nos va a abandonar. Es la presencia cierta y segura de Jesús que camina junto a nosotros, que somos su Comunidad, a diario los caminos de este mundo.

Por eso es que quiero compartir con ustedes un pasaje de este mensaje de Francisco que creo que nos va a hacer bien para pensar y celebrar la fiesta de Corpus. Dice así: “Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en
la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles. Son siempre actuales las palabras del santo Obispo Crisóstomo: «Si queréis honrar el cuerpo de Cristo, no lo despreciéis cuando está desnudo; no honréis al Cristo
eucarístico con ornamentos de seda, mientras que fuera del templo descuidáis a ese otro Cristo que sufre por frío y desnudez» (Hom. in Matthaeum, 50,3: PG 58).

Creo que está todo dicho. Creo que el papa tiene palabras que nos pueden hacer pensar, reflexionar y sacar el jugo al evangelio de hoy de una manera que cuestiona y cuestiona a todos. Por lo menos es lo que me pasa a mí. Por eso te invito a que dejes que las palabras de Francisco sean el motivo de meditación de toda la fiesta de Corpus. Porque separar el Cuerpo de Jesús del cuerpo de los pobres y de los hermanos que sienten la vida y la fe más amenazada, es bien de fariseos. Sí. Ese grupo religioso, que por más vuelta que le dio, no pudo nunca entender el mensaje del Reino de Dios predicado por Jesús.

Más aún en estos recios tiempos de pandemia y aislamiento social, donde no podemos participar de las celebraciones litúrgicas. Hoy es tiempo de más Eucaristía. Es tiempo de mayor Comunión. Es el tiempo oportuno para poder fortalecer nuestra espiritualidad y nuestra fe. La Eucaristía es centro y culmen de la vida cristiana. Hoy que no podemos participar presencialmente de las celebraciones, hagamos liturgias en nuestras casas y hogares. Porque son verdadera Iglesia Doméstica, ¿no? Por lo menos así lo proclamamos en el Catecismo. Es tiempo de empezar
a vivirlo.

“No amemos de palabra sino con obras” nos pide Francisco. Creo que la fiesta de Corpus Christi es una linda ocasión para empezar. No porque en largas procesiones sólo vamos a adorar a Jesús, sino que estamos dispuesto a reconocerlo, amarlo y abrazarlo en nuestros hermanos más pobres.

Hermano y hermana, que tengas un domingo lleno del amor de Jesús y será si Dios quiere, hasta el próximo evangelio.