Domingo 15 de enero de 2023 – Evangelio según San Juan 1, 29-34

viernes, 13 de enero de
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Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel”.
Y Juan dio este testimonio: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo’.
Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios”.

 

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro | Sacerdote jesuita

El domingo pasado celebramos el Bautismo del Señor, en el que Dios Padre presentaba a Jesús como su hijo muy amado en quien tiene puesta su predilección. Hoy ya transitando por este tiempo ordinario en el que la Iglesia nos anima al conocimiento profundo de Cristo para más amarlo y más seguirlo, es Juan el Bautista quien nos lo presenta y señala.

Nos lo presenta como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y nos dice que vio al Espíritu de Dios que bajaba del cielo como una paloma y se posaba sobre Él; finalmente da testimonio de Jesús manifestando la fe en que es el Hijo de Dios.

Pero Juan  no solo lo presenta, sino que lo señala e impulsa a su seguimiento. Es significativo que Juan invite a quienes lo seguían a poner sus ojos en Jesús y a que busquen en Él al salvador, al enviado de Dios.

Así nosotros también estamos invitados a contemplar a Jesús, a fijar nuestros ojos en Él y a preguntarnos quién es éste que viene de esta manera tan sencilla y tan humilde a rescatar a la gente de todo lo que le daña su corazón y la hunde en el sinsentido.

Nosotros hoy también somos convocados a presentar y señalar a Cristo en nuestro entorno y en nuestro mundo; ayudar con nuestro testimonio a que otros puedan conocer a Jesús, que se asombren de su persona, de su misión y de su modo de ser y que deseen conocerlo e involucrarse con Él. Somos nosotros portadores de una experiencia de fe que no puede quedar paralizada sino que la misma relación cotidiana con el Señor la irá renovando. Así la experiencia de Jesús, como el Cordero de Dios, el Hijo de Dios, el hombre pacífico que carga sobre sí los pecados del mundo y salva al ser humano por medio del amor,  seguirá abriéndose paso en esta historia tan necesitada de reconciliación.

Demos gracias por todos los que nos han presentado a Cristo y nos han entusiasmado en esta aventura de amor y de perdón que implica su seguimiento, y pidamos al Padre que nos inunde de su Espíritu, para que seamos testigos, también nosotros, de la salvación que viene del Señor.

Que Dios nos bendiga y fortalezca.