Domingo 16 de Mayo de 2021 – Evangelio según San Marcos 16,15-20.

martes, 11 de mayo de
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Entonces les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán”. Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.

 

 

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro sacerdote Jesuita

 

 

Hoy es la fiesta de la Ascensión del Señor, una fiesta que nos desafía y compromete.

En aquel tiempo, los Apóstoles, después de la Resurrección y durante cuarenta días, habían sido visitados por Jesús; tuvieron con Él la experiencia de la reconciliación, de la paz, de la alegría; la experiencia de sentirse nuevamente instruidos sobre el mensaje del Reino. Pero, culminando este tiempo de novedad y consuelo, fue necesario asumir un tiempo de despedida y otro de bienvenida.

Decir adiós al encuentro directo con el Resucitado, al encuentro sin mediaciones; ya no lo verían así nuevamente y de esa manera tan particular. Pero, al mismo tiempo, debieron decir hola y abrir el corazón a una nueva experiencia del Espíritu Santo, que vendría a ellos y los animaría a vivir como amigos de Jesús y servidores de su misión.
Es la aventura del crecimiento; es la aventura de los procesos de maduración que nos desafían a todos y en todos los ámbitos de nuestra vida. Al comienzo somos totalmente dependientes de otros que nos introducen, nos enseñan, nos dan ejemplo, nos ayudan; pero más adelante, poco a poco, vamos haciendo el camino de hacernos responsables… vamos eligiendo nuestros pasos haciéndonos más conscientes de nuestra libertad y determinándonos por lo que deseamos elegir.
Pues, con nuestro seguimiento de Jesús pasa lo mismo; con nuestra pertenencia a la Iglesia, igual; llega el tiempo de hacer nuestra la misión, de ser parte de un pueblo que va por todo el mundo a predicar el Evangelio: haciendo el bien, amando y reconciliando. Tiempo de afrontar los peligros que ese anuncio implica, y hacerlo sin echar culpas a nadie y sin victimizarnos, sino hacerlo con la confianza en que Dios nos protege, en que Dios nos anima y nadie podrá ahogar la fuerza del Espíritu que nos mueve por dentro a amar.

La fiesta de la Ascensión, es la fiesta de la maduración; ahora Jesús nos deja la tarea a nosotros: somos sus manos, sus pies, su voz, para anunciar al mundo que Dios ha venido a Salvar y que Jesús nos marca el sentido de la vida que se realiza en el amor.

La fiesta de la Ascensión es la fiesta del Triunfo de Cristo, pero no es motivo para quedarnos mirando al cielo. Hay que mirar a la tierra, a nuestra historia, al mundo entero; hay que acoger las circunstancias que nos toca vivir y en ellas ser los discípulos de Jesús, que respondiendo a su llamado hemos elegido con libertad y entusiasmo continuar su misma obra.

Que Dios nos bendiga y fortalezca.