Domingo 17 de Octubre de 2021 – Evangelio según San Marcos 10,35-45

miércoles, 13 de octubre de
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Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”. El les respondió: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”. Ellos le dijeron: “Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les dijo: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?”. “Podemos”, le respondieron. Entonces Jesús agregó: “Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados”. Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”

 

 

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro sacerdote jesuita

 

Es desafiante ver a Jesús orientando enteramente su vida al amor que exige la fraternidad del Reino; eligiendo la entrega por cumplir la voluntad del Padre buscando el bien de toda la gente. Qué impactante es verlo asumiendo las consecuencias duras de su elección con lucidez y libertad.

Jesús no busca privilegios ni pone sus expectativas en ahorrarse cansancios o sufrimientos, sino que en su vida lo que pone primero es el amor al Padre y el amor fraterno, lo que le implica ser humilde y servicial.

La actitud de este Jesús a quien seguimos puede interpelarnos e invitarnos a descubrir y purificar nuestras búsquedas egoístas, esas que dejan en un segundo plano al amor, esas que hacen que vayamos detrás de reconocimientos y ventajas que nos pongan frente a otros en lugares de privilegio. Quizás, nos podamos encontrar como los hijos de Zebedeo, que aunque perteneciendo al grupo de los apóstoles, tenían el corazón bastante despistado, buscando ser más que los demás.

Si queremos imitar y seguir a Jesús en la búsqueda radical de la fraternidad del Reino, es necesario que reconozcamos nuestras ambiciones, nuestras tendencias egocéntricas, nuestras búsquedas de conveniencias y ventajas. Hay que ponerlas delante de nuestros ojos, para que no nos manipulen desde nuestro inconsciente, sino que podamos con honestidad darnos cuenta de ellas, y con libertad rechazarlas buscando las ayudas necesarias, y con la gracia de Dios, podamos hacer que no dominen nuestras opciones.

La pista que Jesús nos da es la del servicio: “el que quiera ser grande que se haga servidor”. Hay que hacerle la contra a la búsqueda de poder identificándonos con la actitud del servidor, como Jesús; eso nos orienta al amor que Dios nos invita a vivir con él y entre nosotros.

Si queremos de verdad seguir a Jesús, pues no podemos poner condiciones, ni buscar privilegios, ni ahorrarnos problemas o sufrimientos; si queremos seguir a Jesús tenemos que elegir vivir el amor que Él nos propone, y ese amor se vive desde la actitud del servidor. Y si le creemos a Jesús, en esta actitud nos identificaremos con Él, y nos uniremos más a Él, y encontraremos la paz y la alegría que da su seguimiento, aún en las dificultades.

Que el Señor nos bendiga y fortalezca.