Domingo 18 de Junio de 2023 – Evangelio según San Mateo 9,36-38.10,1-8

viernes, 16 de junio de
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Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.”Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo;Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: “No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos.”Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.”

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro | Sacerdote jesuita

Jesús es un apasionado por el Padre y por la fraternidad del Reino, y esa pasión lo mueve por dentro y lo impulsa a la misión. Hoy lo contemplamos recorriendo ciudades y pueblos, hablando y haciendo, predicando y sanando.

Contemplemos al Señor, acercándose a la gente, escuchando sus vivencias, descubriendo sus heridas y sintiendo interiormente el dolor de sus hermanos; compadeciéndose de quienes van por la vida caminando sin sentido, sin un norte que los oriente, sin un vínculo fundamental que los contenga, que los ilumine y que los llene de esperanza.

El amor del Padre lo impulsa a la acción por el bien de las personas, pero también lo impulsa a buscar compañeros para esta misión. Jesús no se concibe a sí mismo solo en su misión, inmediatamente, involucra a otros y hoy nos involucra a nosotros. Aquella oración que pidió hacer a sus discípulos: “Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”, hoy estamos llamados a realizarla con insistencia, porque también nosotros podemos mirar el mundo acercando nuestra mirada a la de Cristo y descubrir junto a Él las necesidades de la gente.

Dios mismo responde a sus hijos invitándonos a trabajar con Él, a ser servidores de la misión de Cristo, no como empleados ni como esclavos, sino como amigos que comparten los mismos sentimientos de amor y compasión que nos muevan al servicio que busca el mayor bien.

El Señor nos llama a la amistad con Él y a compartir su misión. Como en aquel tiempo, hoy convoca a gente sencilla, imperfecta, con sus límites y fragilidades. Y es así, cuando Dios nos toca el corazón y nos impulsa a la misión, nos descubrimos pecadores y al mismo tiempo llamados a salir de nuestro egoísmo para responder con generosidad y agradecimiento al amor que nos moviliza interiormente.

Jesús confía plenamente en la acción de Dios en sus discípulos y comparte con ellos su misión, “Sanen enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios”. La tarea de la salvación el Señor la comparte con nosotros, nos pide que nos unamos a Él con generosidad y gratuidad. Nada será para beneficio propio sino para trabajar por la fraternidad del Reino.

Cuidado con la búsqueda de las propias conveniencias, siempre tendremos que estar atentos con lucidez y con una sana apertura a la conversión del corazón, para que el egoísmo no nos coma el corazón, y para que la búsqueda de la voluntad de Dios sea el deseo fundamental de nuestras vidas.

Así, al modo de Jesús, pidamos la gracia de ser llamados y enviados a trabajar por un mundo más humano; que el amor sea el motor de nuestras acciones y que la generosidad y la gratuidad nos impulsen a trabajar por ese Reino de hermanos con la misma pasión que lo hacía el Señor.

Que Dios nos bendiga y fortalezca.