Domingo 2 de Agosto del 2020 – Evangelio según San Mateo 14,13-21

jueves, 30 de julio de
image_pdfimage_print

Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.

Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.

Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: “Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos”.

Pero Jesús les dijo: “No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos”.

Ellos respondieron: “Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados”.

“Tráiganmelos aquí”, les dijo.

Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.

Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

 

Palabra de Dios

Padre Sebastián García sacerdote del Sagrado Corazón de Betharram

 

El evangelio de hoy es realmente revolucionario: Jesús, que es Maestro, Verdad y Vida, nos enseña lo más importante para cualquier comunidad humana, que es el misterio del compartir.

Jesús siente compasión por esa muchedumbre que tiene hambre y le pregunta a los discípulos cuánto tienen para comprar y darles de comer.

Esto desconcierta a los discípulos. Ellos, que sí tienen garantizado el pan cotidiano, se sorprenden frente al desafío de Jesús. La intención de los discípulos seguramente es la de asegurarse el pan ellos y despedir a la multitud, como insinuándole, que son ellos los que tienen que arreglárselas solos. Algo así como que cada uno por su propia cuenta se garantice el sustento.

Jesús reacciona frente a esto. Jesús no puede permitir que haya algunos que tengan garantizado el pan mientras otros pasan hambre. Por lo menos en la lógica del Reino esta actitud no tiene lugar.

Por eso el verdadero milagro de Jesús es que los panes y peces se multiplican no por arte de magia, sino por la conversión de corazones que se animan a compartir, no a dar de lo que les sobre sino a dar lo que tienen y lo que son: poner en común esos cinco panes de cebadas y esos dos peces abrió el corazón de muchos, que viéndolo y entendiendo el mensaje de Jesús tomaron conciencia que hay verdadera comunidad cuando se comparte y se pone en común que cuando se guarda mezquinamente para uno como queriéndose salvar la vida.

Quizás nosotros nos acostumbramos a creer en un Dios mago que tiene que solucionar como “gran mago” y por “arte de magia” los problemas de la humanidad.

¡Y cuánta hambre hay en el mundo de hoy!

Hambre de pan, paz, salud, trabajo, de sentido de la vida, esperanza, fe, consuelo, amor, tanta hambre de Dios. Sobra hambre en el mundo de hoy y falta pan. Y es por este motivo que somos nosotros los que nos tenemos que hacer responsables los unos de los otros para saciar esta hambre.

Hoy más que nunca llamados a sentirnos hermanos de todos los hombres, de los siete mil millones que caminamos diariamente nuestro mundo, para salir al encuentro de ellos y darnos desde la verdad de lo que somos para saciar el hambre. Sólo así será posible el milagro. No por un Dios al que tenemos que hacer responsable de que en el mundo haya hambre, sed, dolor, sufrimiento e injusticia, sino porque sentimos que el Espíritu de Jesús nos hace comunidad y comunión para darnos desde la originalidad de nuestra vocación.

De esa manera ocurre el milagro: no porque “caiga pan del cielo” todos podrán comer hasta saciarse, sino porque cada uno renuncia al pretendido derecho sobre su propio pan y sentándose en ronda, se anima a compartir.

Porque al final será más milagro un corazón que se destrabe y ablande, se conmueve por el otro, se deja encontrar por la Ternura y Misericordia de Jesús y entonces así comparte, que caiga pan del cielo mágicamente.

Iglesia que se arremanga, se embarra, se ensucia, se la juega por amor. Iglesia de Jesús, para ser creyentes, pero por sobre todas las cosas, ser creíbles.

Que tengas un lindo domingo lleno de la luz de Jesús Resucitado. Y sea tu vida pan para el hambre del mundo por el escándalo del compartir.