Domingo 20 de Noviembre de 2022 – Evangelio según San Lucas 23,35-43

viernes, 11 de noviembre de
image_pdfimage_print

El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!”. También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”. Sobre su cabeza había una inscripción: “Este es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro lo increpaba, diciéndole: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino”. El le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

 

Palabra de Dios

 

Padre Marcelo Amaro | Sacerdote Jesuita

 

Hoy es la fiesta de Cristo Rey y, paradójicamente, el Evangelio nos invita a contemplar a Jesús crucificado, con sus manos y sus pies clavados en la cruz, con su corona de espinas, con cuerpo lastimado. Estamos ante el sí definitivo del Señor, quien vivió hasta el extremo el amor que predicó, quien asumió con fidelidad y perseverancia las consecuencias de su mensaje; quien se jugó por entero por la voluntad de Dios Padre y por hacer vida la fraternidad del Reino en un mundo hostil.

Estamos ante un Rey, sí, un Rey que no necesita carteles, ni trompetas, ni vestimentas de lujo que sostengan ante los demás su condición. Hoy contemplamos a un Rey que no impone su voluntad por la fuerza; que se identificó con los pobres desde que nació en un pesebre hasta que murió con sed, desnudo y entre malhechores en el calvario. Un Rey que no se salva a sí mismo; que no se escapa de las consecuencias del amor; que no sucumbe al hostigamiento y la burla de quienes quieren sembrar el odio y el rencor en su corazón.

“Si él es rey, que se salve a sí mismo” decían algunos; “Si eres el Mesías sálvate a ti mismo” le gritaban a aquel hombre honesto y sencillo, al condenado injustamente, al golpeado, a aquel hombre sin fuerzas físicas que estaba a punto de morir. Y ante la burla y la ofensa su respuesta fue el silencio… no entró en el círculo de violencia, no dejó de amar.

Solo uno de los malhechores crucificados reconoce en Jesús al Señor del amor y de la vida y le abre su corazón al perdón y a la esperanza. “Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Y en ese momento el Señor, ante la palabra honesta y de fe que lo conmueve, rompe el silencio y descubre su realeza y su reino que vence a la muerte: “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.

Hoy celebramos la fiesta de un Rey que solo lo podemos reconocer por la fe. Que nos invita a vivir como mandamiento el ser sus amigos, amándonos y sirviéndonos los unos a los otros. Que nos llama a la sencillez y a la honestidad, y a vivir a su modo la radicalidad del amor. Que nos invita a compartir con Él la vida en esta historia, trabajando por hacer presente su Reino, para compartir con Él también la vida que no tiene fin. Sólo la fe nos alumbrará en este camino de seguimiento, sólo la fe hará que nuestra adhesión a Él sea desde la mayor libertad, sin buscar ventajas, sin mirar conveniencias, sin justificar ningún egoísmo.

Hoy es la fiesta de Cristo Rey. Sí, un Rey… ¿Querés seguirlo? Y aunque lo sepamos triunfante porque creemos por la fe que ha Resucitado, no dejemos de mirarlo crucificado; para no olvidar nunca que el amor vale la pena en esta historia, y nos compromete en un mundo que, seguramente, no dejará de ser hostil a quien quiera vivir sirviendo a la humanidad con honestidad y bondad.

Que Dios nos bendiga y fortalezca.