Domingo 21 de Julio del 2019 – Evangelio según san Lucas 10, 38-42

viernes, 19 de julio de
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Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.

Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude».

Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».

 

Palabra de Dios

 


P. Sebastián García sacerdote del Sagrado Corazón de Betharrám

 

Estamos en presencia de uno de los textos del Evangelio más interpretados a lo largo de todos los siglos: Marta y María. Ceo que tiene una riqueza muy profunda y grande y una actualidad digna de ser aplicada.

Considero un error terrible leer, meditar y contemplar este texto contraponiendo las dos figuras o identificándolas de una manera exclusiva y excluyente. Durante siglos hemos asistido a interpretaciones, sermones y homilías donde se identifica a Marta con la vida activa del cristiano y a María con la vida contemplativa. Y la peor interpretación posible es aquella que ha dicho que la opción de María y la de Marta son opuestas, forzándole decir a Jesús que lo que importa de veras es la actitud contemplativa de María y no la laboriosidad de Marta. Nada más ridículo y alejado de la realidad.

Marta hace lo que toda mujer, -además de hermana mayor-, de la época de Jesús tenía que hacer en presencia de un varón. Lo que hace Marta de ninguna manera puede ser considerado malo. Marta hace lo que tiene que hacer. Y en ningún momento del texto se dice que Marta no escucha a Jesús, sino que le reprocha que su hermana no la ayude. Nadie dice que Marta, trabajando, no escuchara a Jesús.

¿Entonces porqué Jesús dice que María se ha llevado la mejor parte? ¿Por haber escuchado sin trabajar? ¿Por no haber ayudado a su hermana? ¿Porque lo importante es la contemplación y no el trabajo?

María elije la mejor parte, no por no hacer lo que hace Marta, sino porque elije ponerse a los pies de Jesús y escucharlo atentamente. Es decir, elije el lugar del discípulo. Que dicho sea de paso, en la misma época de Jesús que mandaba a las mujeres a arreglar la casa y dedicarse a ordenar y limpiar, así también solo concebía que solamente los varones fuesen discípulos. Por eso el texto de hoy es revolucionario: en el lugar de un varón y que solo a los varones estaba reservado, aparece una mujer.

Fray Marcos cita algunos dichos rabínicos nos dan una pista de lo que pensaban de la mujer: “El que enseña la Torá a una mujer, le enseña necedades”. “Mejor fuera que desapareciera en las llamas la Torá, antes de ser entregada a la mujer”. “Maldito el padre que enseña a su hija la Torá”. Así era. El discipulado es solamente para los varones.

Por eso contraponer Marta a María es un infantilismo. María elige la mejor parte no por no ayudar en la casa, sino porque Jesús le otorga la dignidad que solamente estaba reservada a los varones. El problema de Marta no será tanto el trabajar escuchando a Jesús, sino no colocándose a los pies de Jesús, como hacían Pedro, Santiago, Juan…

De esta manera Jesús inaugura una tradición completamente nueva: la de hacer que su mensaje esté dirigido por igual a varones y a mujeres. Jesús será un maestro que va a tener discípulas y al que lo van a seguir mujeres. De hecho, van a demostrar más fidelidad. Nos basta el testimonio al pie de la cruz y la primera aparición de Jesús Resucitado a María de Magdala.

Todo esto nos lleva a repensar nuestro modo de ser iglesia, donde tenemos que pensar y repensar una y otra vez el rol de la mujer, sus presencias, sus ministerios, sus carismas y no podemos seguir aceptando que sean mano de obra barata para limpiar templos vacíos, dar catequesis porque no queda otra y cocinar cuando haga falta.

Hoy más que nunca en medio de tanta discusión, tanto pañuelo, tanta lucha por los derechos de la mujer, creo que nos viene bien a todos reflexionar sobre este texto. Jesús tiene discípulos y discípulas. Varones y mujeres. Es tiempo entonces de sentarnos todos a los pies del único Maestro, dejar de lado las ocupaciones, no porque estén mal sino porque pueden esperar, y dejarnos seducir el corazón por la pasión de un Dios derretido en caridad, que es de todos y viene para todos. Y alrededor de su palabra, proclamada, celebrada, compartida y repartida, hacernos comunidad. Sentarnos todos como discípulos por igual y fortalecer nuestro ánimo. Así, con comunidades fuertes, organizadas, ministeriales, carismáticas, igualitarias entre varones y mujeres, salir al encuentro de la vida, salir para compartir la alegría del Evangelio, salir para generar Cultura del Encuentro y que sean muchos más los que puedan por nuestro testimonio y vivencia, hacer experiencia de un Dios que llena de sentido nuestra vida.