Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones.Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie.Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?”.Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: “Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto”. Ellos le presentaron un denario.Y él les preguntó: “¿De quién es esta figura y esta inscripción?”.Le respondieron: “Del César”. Jesús les dijo: “Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”.
En el Evangelio de hoy nos encontramos con una trampa que le quieren poner a Jesús. Grupos opositores a él, fariseos y herodianos, con intención de dejarlo mal parado, preguntan si es lícito o no pagar el tributo al César. Se trataba de un impuesto que debían pagar los judíos y que era signo del sometimiento al emperador. La malicia de la pregunta está en que según la respuesta que diera Jesús quedaría mal con las autoridades romanas, o quedaría mal con los grupos que se rebelaban contra esa imposición.Jesús no entra por la de ellos, después de llamarlos hipócritas desnudando sus intenciones, les dice: “_qué imagen está impresa en esa moneda; _la del César, le responden; _entonces, den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Jesús, está subrayando que vivamos de cara a Dios, y eso implica ser hombres y mujeres enteros, sin dobleces, sin hipocresías, sin malas intenciones. Que erradiquemos de nosotros las incoherencias que nos hacen decir unas cosas y buscar otras. Somos de Dios, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, su rostro está impreso en nuestros corazones, y eso nos lleva a tener en Dios nuestro sentido de pertenencia primordial.
¿Qué es de Dios? Eso nos podemos preguntar. Y la respuesta es: Todo nuestro ser. Y eso quiere decir hacer del amor nuestra consigna, al modo de Jesús: Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. Y dejar que esta búsqueda de ser de Dios, de amar y buscar el bien en todo, impregne nuestras intenciones y todas nuestras acciones.
En nuestras vidas, convivimos con nuestras familias, nos relacionamos con distintos grupos, estudiamos, trabajamos, descansamos, nos divertimos, llevamos adelante actividades religiosas, políticas, servicios sociales, etc… Pero, solo viviremos nuestra pertenencia a Dios, si buscamos adherirnos a Él por el amor en todo lo que hacemos. Dar a Dios lo que es de Dios, por un lado implica dedicar tiempo a las cosas de Dios, es verdad; pero fundamentalmente implica la intención que nos mueve y la actitud que llevamos adelante en todo lo que hacemos. Eso es lo que fundamentalmente nos identifica en el “ser de Dios”.Cuidado, las hipocresías se nos cuelan aún en las cosas aparentemente más santas; cuidado, las malas intenciones, las comodidades y las auto-justificaciones, pueden hacer que nos pongamos caretas frente a los demás y no vivamos con autenticidad.
Si buscamos ser de Dios, si buscamos amar en todo, eso moldeará nuestro modo de relacionarnos con los demás, y nuestro modo de llevar adelante las distintas actividades, aún nuestros modos de divertirnos y de descansar. Y si hemos experimentado lo hermoso que es vivir esta pertenencia. Nunca buscaremos tener vacaciones de este “ser de Dios”. Que el Señor nos bendiga y fortalezca.