Jesús le respondió: “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes.
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.» Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman !
Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
¡Qué lindo e importante este mensaje de Jesús que nos hace a reparar es uno de los dones más importantes más fundamentales más hondos de nuestra fe cristiana! Es nada más y nada menos que el de la paz. Jesús viene a traernos la paz y nos advierte que la paz no es como la da el mundo sino justamente como la da él mismo
Nosotros estamos acostumbrados a que se hable de paz por todos lados. Es más. Esta situación política, social y económica requiere de tiempos de paz y de una gran paz social. Las situaciones que hay en el mundo, sea por el uso desmedido y desalmado de los recursos naturales, sea por la explotación del hombre por el hombre, sea por intereses financieros, claman una y otra vez paz. Creo que es una de las cosas que más necesitamos en nuestra vida. Poder tener y disfrutar nada más y nada menos que el don de la paz. Pero claro podemos caer en el error de pensar que la paz está sólo la ausencia de guerras, explotaciones o de conflictos.
En principio puede ser así. Pero cuando Jesús habla de la paz, dice algo que es mucho más grande que la ausencia de guerras y conflictos. La paz -y así lo entiende también toda la tradición bíblica- nos da una idea de lo que significa “vivir completamente”, “vivir en plenitud”. Eso lo que significa la paz. Por eso la paz que trae Jesús es distinta que la paz del mundo. Justamente en el mundo entendemos que la paz es más o menos la sana convivencia de las personas entre sí. En cambio la paz que trae Jesús es el orden de todas las cosas respecto de un orden mayor: el amor de Dios. Ya no es la ausencia de conflictos, que en mi vida todo me vaya bien, que no tenga ningún inconveniente, que no tenga ningún problema, que no me enfrente con nadie… Al contrario. La paz de Jesús es la invitación mucho mayor a poder vivir de manera completa.
Todo esto quiere decir que la paz en mi vida es que todo vaya conforme a la voluntad de Dios. Que todo se ordene a la voluntad de Dios. Que todo cuando yo piense, viva, sienta y diga tenga que ver con el proyecto de amor que Dios quiere de mí en comunión con todos mis hermanos.
Entonces, en este sentido, buscar la paz no es buscar estar tranquilos, apacibles, sin problemas, evitando los conflictos del mundo de hoy, el no vivir a las corridas, el no tener dificultades con nadie y que además no haya guerras. Esto no es justamente la paz.
Si bien como venimos diciendo, la paz que nos regala a Jesús, es un don de Dios. Entonces la paz es una tarea, es un deseo, sueño y proyecto que nosotros tenemos todos los días procurar y construir.
Y ahí entonces donde se diferencia de la paz la paz del mundo. Vamos a vivir entonces y una permanente tensión. El mundo querrá provocarnos con conseguir la paz como si fuese una publicidad de esos hotele lujosos en playas preciosas, arena blanca y mar azul o el calor de un refugio en la cima de un cerro. ¡Nada de eso! La paz tiene que ver con saberme presente en este mundo y a pesar de todos los conflictos, enfrentamientos, odios y venganzas, que me pueden llevar a separar de un montón de hermanos, luchar junto a ellos por una auténtica liberación
La paz como la entiende la tradición judía y cristiana tiene que ver con la integridad de lo que yo soy, con la idea de buscar aquello que originalmente está anidado el fondo de mi ser y además forma parte de mi propio manantial que quiere y necesita brindarse al mundo .
Habrá paz solamente si somos capaces de poner la vida al servicio. Habrá paz en la medida en que no nos escapemos a este mundo y vayamos como comunidad organizada, haciéndole frente a la Cultura de la Muerte, del Consumo, y del Descarte para poder dar testimonio fuerte de que nosotros no queremos escaparnos de la realidad si no meternos bien adentro para que por la paz y en la paz de Jesús hacer presente el mensaje de salvación, fuerza resucitadora de la Pascua.
Que Jesús nos invite también a vos y a mí a dejar que su paz habite en lo más profundo y en lo más hondo de nuestro corazón y nos haga verdaderamente hacedores de paz.
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