En aquél tiempo Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
Estar atentos, es una actitud fundamental frente a la vida. Es una capacidad que se contrapone a estar distraídos, a no darnos cuenta de lo que sucede en nuestro interior o a nuestro alrededor. Estar atentos, es necesario para quienes quieran vivir con libertad, para quienes quieran discernir y elegir lo que construye, lo que ayuda, lo que hace bien.
Comenzamos este tiempo de Adviento que nos invita a prepararnos para la fiesta de la Navidad, esperando con esperanza la Venida del Señor. El Adviento nos pone de frente al anuncio de que el Señor no solo vino hace dos mil años cuando nació en Belén, sino que viene a nuestra historia, invitándonos a recorrer caminos de salvación en nuestro presente, para que la vida apunte al cielo en la espera de su venida definitiva.
El Adviento nos dice que tengamos el corazón atento para reconocer la voz de Dios, para dejarnos iluminar por Él y para elegir caminos que hagan presente la fraternidad del Reino en nuestro mundo. El Evangelio de hoy señala, insistentemente, que la venida del el Señor será de improviso; y por ello se nos exhorta a estar en vela, a estar preparados.
De esta manera, podemos abrirnos a comprender todo lo que sucede como una oportunidad para ir hacia Dios, es decir, para vivir la fraternidad, para buscar la justicia, para elegir el amor. Estar atentos, implica el reconocimiento lúcido de las distintas fuerzas que actúan en nuestro interior; y si miramos con honestidad nos daremos cuenta que si nos distraemos o nos dejamos llevar por lo que grita más fuerte o lo que tiene más brillo, serán las tendencias egoístas las que dirigirán nuestros pasos.
Si elegimos esperar a Cristo, tenemos que dejarnos iluminar por Él, y revestirnos de Él. Se trata de tenerlo a Jesús como modelo, y buscar vivir de tal manera que cuando la gente nos vea actuar, nos vea amar, nos identifique con Él.
Prepararnos para la Navidad en este tiempo de adviento, es reconocer que siempre, en las buenas y en las malas, estamos ante la oportunidad de identificarnos con Jesús y manifestarlo en nuestras actitudes. Y cada uno de nosotros podemos volver a preguntarnos qué es lo que haría Cristo si estuviese en mi lugar. Que tengamos un feliz y profundo tiempo de Adviento.
Que Dios nos bendiga y fortalezca.