Domingo 28 de Mayo de 2023 – Evangelio según San Juan 20,19-23

jueves, 25 de mayo de
image_pdfimage_print

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”.Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo.Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.

Palabra de Dios

Padre Marcelo Amaro | Sacerdote jesuita

Hoy celebramos la fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo, Dios con nosotros que nos anima e impulsa por dentro, para que seamos testigos de Jesucristo en nuestro mundo, y para que vivamos la alegría y la valentía de la fe.

Pentecostés, es un acontecimiento fundamental en el camino de la Iglesia. Gracias al Espíritu es que confesamos a Jesús como nuestro hermano, nuestro salvador y nuestro Dios. Gracias al Espíritu, es que podemos buscar la unidad dejando atrás las diferencias que alejan y discriminan.

La venida del Espíritu Santo es una experiencia que nos impulsa como Iglesia a ser servidores de la misión de Cristo, anunciando al mundo las maravillas del Señor. Pentecostés es la realización de la promesa de Jesús que impulsa al testimonio y a no quedarnos ni cómodos ni quietos ni aplastados por ninguna circunstancia. Es el Espíritu que nos mueve por dentro al anuncio y, fundamentalmente, al amor.

En el Evangelio de hoy, encontramos a los discípulos encerrados y temerosos; escapando de la posibilidad de vivir la misma suerte que Jesús, aquella que lo llevó a la pasión y a la muerte de cruz. En esta realidad oscura es que aparece el Señor Resucitado y les comunica la paz, su paz que reconcilia y restablece el vínculo quebrado. Es Jesús quien se presenta mostrando las heridas de la cruz, ahora como signo del triunfo del amor y de la vida, signo del triunfo del proyecto de Dios. Y aquellos discípulos que antes estaban con miedo, ahora pudieron abrir sus corazones a la alegría.

El encuentro con el Resucitado impulsa a los discípulos a la misión, y para ello Jesús realiza un gesto tan simple como sorprendente: sopla sobre ellos y les infunde así al Espíritu Santo enviándolos a perdonar y a ser signos vivos de la reconciliación de las personas con Dios y entre sí.

En nuestro mundo tan herido y necesitado de amor, Pentecostés es la fiesta de la bondad que Dios siembra en nuestros corazones, para que seamos sembradores también nosotros de unidad, de paz y de perdón y de esperanza. Redoblemos nuestra apertura al Espíritu Santo, para que seamos testigos del amor y de la reconciliación en este mundo al modo de Jesús.
Que Dios nos bendiga y fortalezca.